viernes, 15 de julio de 2011

LOS NAZARENOS


          
Italia y Alemania de Friedrich Overbeck (Neue Pinakothek, Munich). La alianza del misticismo católico germánico y de la plástica italiana, típica de los Nazarenos, tiene una de sus obras más famosas en este lienzo pintado en 1828. Se trata de un verdadero monumento al purismo formal, que rechaza toda preocupación por el claroscuro y el realismo.
 
El nombre de Nazarenos (o también Puristas) es el que se dio a sí mismo un grupo de pintores que capitaneó en Roma el alemán Johann Friedrich Overbeck (1789-1869), natural de Lübeck. Del grupo -que se formó en 1810 y se había establecido en el antiguo convento de San Isidoro- formaron parte P. Pforr, de Francfort, L. Vogel, de Zurich; el sajón J. Schnorr von Carolsfeld, y -el ya nombrado- Cornelias, con algunos pintores italianos. Después, Schnorr von Carolsfeld cultivaría grandes temas históricos siguiendo lo que hizo Cornelius al regresar a Alemania.
Ridiculizados al principio por Hegel y por Goethe (quien calificó al movimiento de mascarada), fueron los Narazenos, a pesar de todo, afirmándose en el ambiente romano, y todavía hacia 1840 su pintura pudo influir en dos pensionados barceloneses a Roma, Pablo Milá i Fontanals y Claudio Lorenzale, que fue el primer maestro, en Barcelona, de Fortuny.
Los Nazarenos fueron objeto de eficaz protección por parte del cónsul general de Alemania en Roma, conde Bertholdy, para el que Overbeck, Cornelius y otros pintaron al fresco una Historia de José, en el Palacio Zuccari, donde vivía aquel diplomático. Pero las pinturas de aquellos germano-romanos, que se proponían resucitar la pureza del estilo del Perugino, por el prurito de huir del convencionalismo neoclásico, incurrieron en otra clase de academicismo aún más frío, en el que los procedimientos primitivos aparecen como inertes, sin alma ni espontaneidad.
En el mismo Overbeck la rigidez lineal del contorno, que pretende oponerse al esfumado y al claroscuro leonardescos, se evidencia aún más a causa de la pobreza y frialdad del color.
Así pues, esta aventura, que en otro estilo reanudarían los prerrafaelistas ingleses, demostró ser totalmente ineficaz, y desde luego muy inferior a la aspiración purista del pintor Hippolyte Flandrin (1809-1864), que decoró Saint-Germain-des-Près, en París, partiendo del academicismo de Ingres, mucho más rico en recursos.

Maribel Alonso Perez
15 julio 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario