Frieseke ha enmarcado su silueta curvilínea sobre una trama vertical y horizontal de flores y senderos y su solidez contrasta con un decorativo fondo creado a base de pequeñas y deslumbrantes pinceladas. En el método del artista, el dibujo desempeña un papel fundamental. Mediante un tratamiento simétrico del lienzo cuadrado, subraya la calidad plana y decorativa de la superficie y deja que la figura flote sobre ella. La composición gira en torno a la sólida figura femenina colocada en el centro
Frieseke admitió abiertamente que este planteamiento de la naturaleza era selectivo. Aunque seguía los dictados del «Impresionismo puro» que Monet estableció en la década de 1870, también se esforzó por plasmar de la forma más espontánea posible sus sentimientos frente a la naturaleza, tratando de observar los fugaces efectos de la luz y del color desde una perspectiva científica. Muy aficionado a la experimentación impresionista, pintó al aire libre y del natural, tratando de captar efectos nuevos y accidentales.
En Malvarrosas Frieseke transmite el calor y la luz de una tarde de verano, acentuando los contrastes entre las pinceladas de color negro, azul muy saturado y verde con los amarillos puros y los intensos rosas y malvas. Consigue algo así como un tour de force técnico con el efecto de las formas iluminadas desde atrás, lo que acentúa la sensación de luz de última hora de la tarde.
Al llamar la atención del espectador sobre los extraños juegos de luz, Frieseke pone de manifiesto su fascinación por la fugacidad de la naturaleza. Con los contornos de la mujer bañados en un suave fulgor y la luz que penetra por la translúcida tela de la sombrilla japonesa y el delicado tejido de los pétalos, el tratamiento que el artista da a la luz se pone principalmente al servicio de su constante fascinación ante los misterios privados del mundo femenino.
Maribel Alonso Perez
22 agosto 2011
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