lunes, 5 de septiembre de 2011

Andalucia el Encierro de 1916 Joaquin Sorolla





Oleo Osbre Lienzo 358 x 766,5 cm 1916

Esta colección fue encargada a Joaquín Sorolla en 1911 por Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America para la decoración de una gran estancia rectangular con una serie de paneles que ilustrarían las distintas regiones de España, captando su peculiar carácter a través de sus paisajes y sus gentes. El resultado fue la sala de la Hispanic Society que se conoce con el nombre de Sorolla, ornamentada con catorce paneles de gran formato pintados al óleo y montada póstumamente en 1926.

Esta serie que Sorolla empezó a esbozar en 1911 quedó concluida en 1919 y su ejecución llevó al artista a viajar por toda España pintando y tomando apuntes durante los ocho años que duró la creación del trabajo. Sorolla excluye deliberadamente un trabajo basado en grandes gestas y hazañas históricas, demasiado retórico y teatral para su carácter austero, y opta por ofrecer una visión sustentada en la geografía, en las costumbres, en lo antropológico, en los tipos humanos, en la tierra y en el mar, huyendo del ajetreo artificioso de la gran ciudad, o de la alienación del trabajo industrial.


"Andalucía: El encierro"Inicialmente, Sorolla planeó dedicarle a Andalucía un panel tan grande de tamaño como el de Castilla y, además, hacerlo sobre la vendimia. Sin embargo, al pasar por Salamanca, le interesó mucho el encierro de los toros y luego retomó la idea para su visión de Andalucía. Mientras pintaba los casi 27 metros cuadrados de El encierro, Sorolla expresaba a su mujer, en una de sus frecuentes cartas, su fatiga a la hora de realizar este cuadro: "Lo que sudé, subir y bajar cada vez que debo dar una pincelada, me dejó deshecho, así que rabio si no trabajo... y trabajo reventándome, ¡es la vejez!".

Este enorme lienzo describe una típica escena andaluza: un grupo de mayorales, dos garrochistas en primer plano, y otros tres al fondo, tras el ganado, conducen, con gallardía y temple, reses bravas hacia los cercados, pastos o a un punto de embarque, a través de un camino rural, paraje de pitas y chumberas que bordean el camino de tierra y las vías del ferrocarril, y con un ondulado horizonte recortado por un cielo nublado de múltiples colores. La presencia de las vías del tren es una de las escasas referencias del artista a la incipiente modernización e industrialización de España. Cada zona de color fue motivo de juego para el pintor, que movió sus pinceles con la elegancia y riqueza de costumbre.


Maribel Alonso  Perez
9 mayo 2011

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