miércoles, 21 de diciembre de 2011
La Lavandera 1863, Honoré Daumier
La lavandera
Hacia 1863
Óleo sobre madera
Alt. 49; Anch. 33,5 cm.
(Musée d'Orsay) / Hervé Lewandowski
Daumier ha evocado con frecuencia el laborioso pueblo de la gran ciudad bajo el Segundo Imperio. Le hicieron famoso sus caricaturas, en particular mediante la litografía, pero era no obstante un artista completo, también pintor y escultor.
Sobre este tema de la lavandera, existen tres versiones muy cercanas, de las que la primera aparece en el Salón de 1861. Como cuando Millet, dejando de lado el folclore, echa una nueva mirada sobre el mundo campesino, durante los años 1850, se ejerce aquí un análisis semejante de los trabajadores urbanos. Despejada del aspecto lúdico y gracioso adoptado por las lavanderas de Boucher, Fragonard o Hubert Robert, en el siglo XVIII, La Lavandera de Daumier afirma su tipo social marcado por su dura y repetitiva tarea.
El cuidado con el que atiende las figuras demuestra lo suficiente del peso de éstas sobre las almas y los cuerpos. Distinguimos la mezcla de resignación y de ternura, en la madre que ayuda a su hija para que suba hasta el más alto escalón. Con la pala en la mano, la niña ya parece que se va a dedicar a perpetuar la tarea materna.
En el segundo plano, la composición está cerrada por las viviendas de un muelle Parisino, pantalla de luz, sin duda previamente observado con precisión, pero cuya inacabada factura otorga a la escena toda una dimensión simbólica.
La atención que lleva a los humildes se suma a esta preocupación de fuerza y de monumentalidad que recuerda Miguel Ángel, mostrando al espectador una especie de "alegoría real".
Maribel Alonso Perez
20 diciembre 2011
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