domingo, 27 de mayo de 2012

El Joven Mendigo 1650 Bartolomé Esteban Murillo



Joven Mendigo
Año: 1650
Oleo sobre lienzo  134 x 110 cm
Museo de Louvre de Paris


Joven mendigo o El mendigo es una obra de Bartolomé Esteban Murillo adaptada hacia 1650. Se trata de un óleo sobre lienzo que mide 134 cm de alto por 110 de ancho. Se encuentra actualmente en el Museo del Louvre de París, Francia, donde se exhibe con el título de Le Jeune Mendiant. Fue adquirido en 1782 para las colecciones reales de Luis XVI.

El pintor sevillano Murillo es conocido ante todo por su pintura religiosa. Pero, como otros pintores barrocos españoles (Ribera, Velázquez), también realizó obras realistas. Entre ellas están los mendigos o pilluelos, bien en escenas, bien solos. El realismo no le impide presentarlos de forma amable, con la gracia propia de Murillo, sin expresar dolor o miseria. Se ha apuntado la posibilidad de que esta obra fuera un encargo de mercaderes extranjeros en Sevilla, dado el gusto flamenco por las obras de género que reflejan la vida cotidiana. Igualmente, se ha indicado la posibilidad de que se pintara por influencia de los franciscanos, para quien Murillo solía trabajar, y sus teorías sobre la caridad.

La primera de estas representaciones de estos golfillos urbanos es este Joven mendigo del Louvre. Aparece un mendigo vestido con harapos, que se concentra en su ropa apretada entre las manos. Se cree que está despiojándose. Tiene los pies sucios. Puede ser un mendigo o más bien un pícaro de los que aparecen en las novelas el Lazarillo de Tormes (1511) o las Ejemplares de Cervantes (1613).

Por todo acompañamiento, Murillo pinta un cántaro de barro y un cesto con manzanas. En el suelo, restos de camarones u otros crustáceos. Forman un bodegón por sí mismos. Gracias a ellos, demuestra su gran capacidad para pintar diferenciadamente materiales y texturas. Mendigo La escena está iluminada con un fuerte claroscuro propio de la época barroca, de influencia caravagista. La luz proviene de la ventana que queda a la izquierda e incide plenamente en el cuerpo sentado del chico, dejando en penumbra el resto de la estancia.

La composición está dominada por ejes diagonales, lo cual es típicamente barroco. En cuanto al cromatismo, dominan los colores amarillentos y castaños, desde los más claros hasta los oscuros, casi negros.


Maribel Alonso Perez
27 mayo 2012

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