Kuroda Seiki, (1866-1924), fue el seudónimo de un pintor japonés llamado realmente Kiyoteru Kuroda, un pintor famoso por haber introducido el modelo de pintura occidental en Japón rompiendo los moldes y reticencias existentes en la cultura pictórica nipona.
Hijo de un samurai, fue adoptado por su tío paterno, hombre muy relacionado con las esferas cercanas al emperador, recibiendo una buena formación académica y linguística que le permitiría marchar a Francia con diecisiete años a estudiar la carrera de Derecho. Aficionado a la pintura, entra en París en contacto con los pintores Hosui Yamamoto y Fuji Masazo, así como con el marchante y especialista en ukiyo-e, Tadamasa Hayashi, los cuales le intentan convencer de que deje los estudios de Derecho y se dedique a la pintura, lo que al final hará, entrando en el estudio de Rafhaël Collin, un joven pintor académicista vagamente influido por el impresionismo y formado por Bouguereau y Cabanel y que ya había tenido como alumno a Fuji Masazo. En 1890 conoce a la que será su mujer y modelo en muchas de sus obras, María Billault.
En 1893, después del exito obtenido con una de sus mejores obras - luego destruída- “Aseo matinal”, en el que representa a una muchacha desnuda, emprende el viaje a Japón con su obra bajo el brazo, encontrando un gran rechazo por parte de la sociedad nipona opuesta a la exhibición de desnudos en el arte.
Kuroda Seiki, Sentimiento (de Sabiduría, Impression, Sentimiento), c. 1900, aceite sobre Lienzo, Kuroda Memorial Hall, Tokio.
En 1895 obtiene un gran exito con este mismo cuadro en una exposición en Kioto consiguiendo la admiración de muchos pintores japoneses seguidores en ese momento de la "Bijutsukai Meiji", un movimiento de pintores de estilo occidental en el que llegará a provocar la escisión formándose dos grupos de distinta tendencia o conservadurismo.
Con los años, su pintura es reconocida y superados los tabues existentes ocupa el puesto de director de la Universidad Nacional de Tokio de Bellas Artes y Música convirtiéndose posteriormente en pintor de la Corte Imperial. En 1922, es nombrado jefe de la Imperial Academia de Bellas Artes. y en 1923 galardonado con la Gran Cruz de la Legión de Honor.
El cuadro “Maiko” lo pintó Kuroda en 1893 a su regreso a Japón. Después de tantos años fuera de su país y formado en la cultura occidental, quedó sorprendido con el mundo que encontró iniciando un viaje por el país en el que plasmaría con su técnica occidental, parte de aquellas costumbres orientales. Así, surge este cuadro en el que pinta a una joven “maiko”, una aprendiz de “geisha”, ataviada con un colorido “kimono” ceñido con el ancho “obi” y bajo el cual asoma el “nagajuban” de color rojo como corresponde a una "maiko". Seguramente, la mujer que está a su lado es su maestra, su "geisha" mentora o "onee-san". Ambas charlan junto a un gran ventanal de la que debe ser su escuela u “okiya”, su hogar en el que permanecerá hasta que se convierta en una “geisha”.
Un bello cuadro que nos devuelve a momentos más serenos que los que vive Japón en estos momentos y que se puede contemplar en el Tokyo National Museum de Tokyo.
Maribel Alonso Perez
19 junio 2012
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