viernes, 31 de agosto de 2012
Retrato de Gertrude Stein 1906 – Pablo Picasso.
Gertrude Stein
Material: Óleo sobre lienzo.
Medidas: 99.6 x 81.3 cm.
Museo: Metropolitan Museum of Art. Nueva York
Getrude Stein. El Retrato de Gertrude Stein (1906, Metropolitan Museum, Nueva York) marca el final del período rosa y el comienzo de una nueva época. Picasso lo había iniciado en primavera, pero no estaba satisfecho con él y, después de más de ochenta sesiones, lo dejó inconcluso. Tras las vacaciones de verano, pasadas en Gósol (Lleida), inesperadamente y sin modelo, modificó el rostro y lo dio por concluido. La dureza de los rasgos de la cara de Gertrude Stein en este retrato marca la transición de la época rosa hacia el incipiente cubismo. Parece que Picasso recibió muchas críticas por este cuadro, pero su respuesta se ha hecho célebre: "Todos creen que no se parece en nada a su retrato; pero no os preocupéis, al final logrará parecerse exactamente a él." Lo que quería decir Picasso es que el arte modifica los hábitos perceptivos, siendo la familiaridad con el código de representación lo que permite establecer una identidad entre la imagen y su modelo. La anécdota ilustra las palabras de Apollinaire cuando afirmaba: "Los poetas y los artistas determinan de común acuerdo el aspecto de su época, y el porvenir dócilmente se amolda a sus deseos." Efectivamente, hoy nos resulta difícil no reconocer en el cuadro a Gertrude Stein.
Gertrude Stein es probablemente lo único genial que ha producido la clase media. Nació en 1874 en Allegheny, Pennsylvania. Tanto su padre como su madre no parecieron ser tan importantes en su vida y personalidad como su hermano Leo. Lo mismo podríamos decir de su primer idioma, el alemán, que luego cambiaría definitivamente por el inglés, que aprendió hasta los cinco años cuando regresaron de Viena y París. Su familia era judía, pero muy pronto quedó sola con sus hermanos, pues cuando ella tenía doce años murió Amelia Stein, su madre, y a los diecisiete, su padre. A los veinte años estudió psicología y filosofía con William James. Luego conoció la medicina pero reprobó algunas materias y se aburrió. De ese periodo sólo parece recordar con interés sus asistencia a mujeres afroestadunidenses al momento del parto de sus hijos. En 1896 publicó su primer texto, que apareció en el Psychological Review. El texto versa sobre la escritura automática, ese fenómeno que más de una década después iba a transformarse en el método iniciático de la poética de los vanguardistas europeos. Desde este pequeño hecho ya se puede apreciar la genialidad y antelación de Stein frente a los autores varones que serían tomados como los padres de la nueva poesía mundia1.
Los procedimientos escriturales que iba a caracterizar a Stein en su obra madura ya estaban en su niñez y juventud, y ella lo sabía. "Amar repetir está siempre en los niños. Amar repetir es de una manera sentir la tierra. Algunos niños tienen el amar repetir para las pequeñas cosas y contar cuentos, otros lo tienen como algo más hondo. Lentamente esto brota en ellos en todo su ser niños, en su comer, jugar, llorar y reír. Amar repetir es de una manera sentir la tierra" (The Making of Americans). Lo mismo podría repetirse de su fobia a las comas, esos puntapies al flujo verbal. (Quitar las cosas paradójicmaente convierte a la escritura en un flujo a la vez que es una mecánica). En sus tareas escolares junto al reconocimiento del contenido hoy se encuentra notas manuscritas donde sus maestros le pedían corrigiera su "desdén" por las comas y otros signos de puntuación. Esto prueba cómo estos rasgos no era meros accesorios de una opción estética o moda tipográfica. Stein odiaba a las comas pero ese odio derivaba de sus teoremas sobre el lenguaje y la creación. "A lo más la coma es un punto pobre que permite detenerte y tomar aire pero si quieres tomar aire deberías saber por ti mismo que quieres tomar aire" ("Poetry and Grammar"). Una observación como ésta, por cierto, podría parecer un nuevo corolario de una estética surgida de la filosofía pragmatista (después de todo, ella fue alumna de William James), pero la coma no sólo era una inconveniencia práctica para Stein: era un error existencial. La coma interrumpía el "presente prolongado" o "presente continuo" en que Stein escribió la realidad.
Cuando en 1906 Picasso pintó el paradigmático retrato de Gertrude Stein, se cuenta que a nadie excepto a él y a ella le gustó. "No se parece", decía medio mundo. "Pero se parecerá", contestaba Picasso. A los pocos años, en verdad, Stein se asemejó bastante al retrato. Aquí también pareció operar la mágica diferencia idéntica. Picasso no había hecho, propiamente, un retrato de Stein sino una variación. Como las variaciones de Stein, ésta a final de cuentas terminaría siendo idéntica con aquello que comenzó diferenciándose.
Gertrude deseó que el joven malagueño le hiciera un retrato y empezó a posar para él. Las sesiones se prolongaron durante casi tres meses, mientras Fernande Olivier, la amante de Picasso, leía fábulas de La Fontaine.El retrato fue empezado en un estilo vinculado con la época rosa y gustaba cuando era enseñado a los conocidos, pero a Pablo no le acababa de satisfacer. En uno de sus habituales impulsos, un día pintó de nuevo la cabeza y cuando Gertrude contempló el resultado escuchó de su amigo: "Es que no la veo a usted cuando la miro". La obra no fue nunca más retocada -a pesar de que no fue del gusto de la modelo- y Picaso dijo: "Todos piensan que ella no se parece en nada al retrato, pero no hay que preocuparse; al final, llegará a ser exactamente así".
En este lienzo podemos apreciar claramente el importante cambio suscitado en la pintura de Picasso debido a la influencia ejercida por el primitivismo de los relieves ibéricos de Osuna (Sevilla), que el artista pudo contemplar en una exposición en el Louvre durante el invierno de 1906. La expresividad de estas esculturas, el sintetismo que se manifiesta en sus formas y la plasticidad que poseen supusieron un nuevo punto de partida para el malagueño, tal y como se puede apreciar en esta obra maestra. De las esculturas ibéricas proceden las grandes orejas de Gertrude, el tratamiento asimétrico del rostro y la acentuada mandíbula. También apreciamos elementos de épocas anteriores como el tratamiento arquitectónico de la figura, la sugerencia del espacio a través de la esquina o las grandes manos.Una importante novedad que anticipa el futuro cubismo será el enfoque del rostro en el que las diversas partes van adquiriendo autonomía propia como observamos en el pómulo, traído a primer plano y distorsionado, la colocación asimétrica de los ojos, uno más grande que el otro y a distinta altura o el aspecto de máscara de yeso. Esta sensacional obra se relaciona con el Autorretrato con paleta también del invierno de 1906
Maribel Alonso Perez
31 agosto 2012
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