sábado, 27 de agosto de 2011

El joben caballero en un paisaje 1510 Vittore Carpaccio



                                                      Óleo sobre lienzo.
                                                      218,5 x 152,2 cm


En cuanto a la identidad del personaje existen numerosas hipótesis. La divisa Malo mori quam foedari (antes morir que contaminarse) que aparece junto al armiño podría indicar que se trata de un caballero de la orden del Armiño. Sin embargo, la tesis generalmente más aceptada es la identificación del personaje con Francesco Maria della Rovere, III duque de Urbino.

El paisaje en el que aparece el joven, con armadura y a punto de desenvainar la espada, es tan inquietante como él, pues describe con gran minuciosidad ejemplos de la flora y la fauna alusivos al bien y al mal
La obra procede de la colección Vernon-Wentworth en Yorkshire, donde permaneció hasta 1919. Durante el siglo pasado estuvo atribuida a Durero, debido a que en la superficie figuraba el monograma falso de este artista alemán y a que los cartelinos con las dos inscripciones estaban ocultos por repintes.

Seguramente en la atribución del cuadro a Durero tendría mucho que ver la minuciosidad con que están detalladas la flora y la fauna del paisaje. El monograma postizo se retiró cuando el lienzo fue propiedad del marchante londinense Sully.

Respecto a la identidad del personaje, la primera que se le dio fue la de san Eustaquio, título con el que figuró el cuadro en el catálogo de la subasta celebrada en Christie’s en noviembre de 1919, en la que, pese a que las inscripciones seguían tapadas por los repintes, el lienzo se atribuyó correctamente a Carpaccio.

Otros estudios han identificado al joven de muy diversas maneras: un príncipe de la casa de Habsburgo, Antonio de Montefeltro (considerándolo un retrato póstumo), un militar alemán al servicio de la Señoría, o Rolando de Ragusa. Por su parteVenturi, interpreta el cuadro como resultado de una fantasía caballeresca. En el caso de que se trate, efectivamente, de un retrato, nos hallaríamos ante el primer ejemplo conocido en el que el cliente posa de cuerpo entero.

La teoría que se ha barajado para explicar este nuevo formato es que tal vez nuestra pintura se trate del retrato póstumo de un guerrero, encajando, de esta manera, la figura con el tipo de imágenes funerarias adoptadas en estos casos. En cuanto al paisaje que acompaña a este enigmático joven resulta tan inquietante y misterioso como él, ya que en su superficie se contraponen en la flora y en la fauna signos alusivos al bien y al mal, a la pureza y a la corrupción.


Maribel Alonso Perez
27 agosto 2011

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