viernes, 29 de julio de 2011

FERNANDO LÓPEZ PASCUAL, 1940


                                                                                                       Fernando López Pascual (Málaga, 1945).



No es facil encontrar en el ambito de la plastica actual alguien cuyos dictados esteticos esten tan claramente entroncados con la tradicion de la primera escuela malagueña de pintura aquella cuyos pinceles caracterizo, con toques de luz y alegría, esas escenas de la vida cotidiana y dignifico al hombre y a la mujer del pueblo al extremo de convertirlos en verdaderos prototipos del caracter local. Sin embargo, este es el caso de Fernando López Pascual quien sin desperdiciar ni un apice ese empuje que llevo a los pintores malagueños del pasado siglo a alcanzar esa cima que supone ser reconocidos como tal grupo, sigue con renovado empeño presentandonos esas ideas o, mejor, esa relectura tematica que, con la garantia que nos ofrece su capacidad de trabajo y su evidente dominio del dibujo y el color, aparecen ante nuestros ojos plenas de validez y hasta dotadas de cierta actualidad.



                                                         Preludio, óleo sobre lienzo


Hay en Fernando López Pascual una evidente conviccion que lo define, en el mas noble sentido, como un buen profesional. Ese convencimiento que esta en no engañarse ni engañlar con su trabajo, ese que hoy expone y todo aquel que ha salido de su paleta desde que hace ya veinte años se decidieran a hacernos participe de esa sensibilidad dificil de ocultar. Estamos ante un pintor sincero que no se perdonaria nunca recortar su trabajo en detrimento de la obra y esto le ha llevado un camino verdaderamente complejo pues en su noble empeño de no defraudar hace recaer sobre esas claves decimononicas de su pintura, elementos donde combina el mas estricto clasicismo con recursos que lo acercan a las tendencias actuales de la pintura y donde el continuo analisis del color, las texturas y sus calidades como medios expresivos lo acercan al virtuosismo del miniaturista y a ese realismo poetico que, en el caso que comtemplamos, huye de la naturaleza muerta o del objeto cotidiano para enfretarse, sin tapujos ni vacilaciones, con ese modelo preformado por viejas esteticas pero al que su indiscutible maestria lo llena de sugerencias y de matices sorprendentes al extremo de envolverlo en un ambiente lleno de fragancia nueva.



                                              
                                                Reparando las redes, óleo sobre madera


Toda una tradicion de escuela, de saber de años que tiene el aire de nuestra tierra metido a caricia, que aqui no vale decir golpe de pincel. Toda una lirica plasmada en una gama de suavidades y de armonias que pasa por el toque lastimero de una guitarra y nos transporta desde el quejio desgarrado de una malagueña de la Trini o del Canario a la vibrente musica de la Carmen de Bizet hecha fabtasia por el violin virtuoso de un Sarasate.

Hay en López Pascual un lenguaje actual con el que nos sigue hablando de toreos y de majos, de manolas, y de calidos rumores en una Caleta que aun palpita y cuyo embrujo no debe andar lejos del fleco de ese manton que acaricia y dibuja, con elegancia insuperable, el cuerpo de esa malagueña que con aires tan actuales y tan cercanos -como que vive entre nosotros- vuelve su mirada esquiva, se ruboriza con el requiebro o gusta del desplante airoso con gusto lleno de sesualidad.

No es facil encontrar un pintor que sin engañarse ni engañar siga de una manera tan fiel los dictados de aquella primera escuela de pintore malagueños y, sin embargo, este es el caso de Fernando López Pascual.

Maribel Alonso Perez
29 julio 2011

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