La comida, también llamado Los plátanos
1891
Óleo sobre papel encolado sobre lienzo
Alt. 73; Anch. 92 cm.
Gauguin pinta La Comida en los primeros meses de su llegada a Tahití. Pese a su deseo de pintar la vida de la isla, sus primeros lienzos están llenos de artimañas. Aquí no se trata de una verdadera comida, sino de una escena arreglada que incluye dos registros distintos: en el primer plano, un bodegón que justifica el título del cuadro, y en el fondo tres niños alineados: dos chicos y una chica.
La proporción del bodegón es sorprendente. El racimo de plátanos que se cuecen, llamados fei en tahitiano, ocupa casi un cuarto de la composición con sus enormes frutas que tiran al bermellón y su sombra violeta, proyectada en el mantel.
También observamos el imponente tamaño del recipiente de madera esculpida que contiene leche de coco, pero que se utilizaba tradicionalmente para preparar el pescado. Para completar su composición y añadir manchas de colores, Gauguin incluye un cuenco occidental de loza, una calabaza que sirve para trasvasar el líquido, fruta, una guayaba empezada y naranjas. Un cuchillo colocado de manera oblicua, indica la profundidad del espacio. El mantel blanco, con sus pliegues bien marcados, también es una reminiscencia de las composiciones de Cézanne, o de Manet.
Este bodegón sabiamente compuesto no corresponde a ninguna comida real, porque además en Tahití no se acostumbra comer encima de una mesa.
Gauguin ha ordenado estos elementos usuales con mera preocupación decorativa y exótica.
Los niños colocados detrás no parecen darle mucha importancia a estos manjares. Sus miradas huyen como preocupadas o interrogativas. La presencia en el patio de un misterioso personaje sentado en un foco de luz, hace de hincapié la dimensión inquietante de la escena cuyo significado todavía desconocemos en la actualidad.
Maribel Alonso Perez
05 dicembre 2011
Pintura de Howard Behrens

lunes, 5 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
El jugador de naipes 1890 y 1892 Paul Cézanne
Óleo sobre lienzo
Alt. 50,2; Anch. 46,2
A comienzos de los años 1890, Cézanne pinta cinco cuadros sobre el tema de los jugadores de naipes. Se diferencian por el formato, el número de los personajes y la importancia del decorado. Esta obra es uno de los numerosos estudios preparatorios relacionados con esta serie.
Representa a un jugador, presente en las dos versiones de mayor formato, pero en una pose invertida (Merion, Fundación Barnes, Nueva York, The Metropolitan Museum of Art) así como en una escena con dos personajes (col. privada), que muestran como aquí su perfil izquierdo. El personaje con los hombros caídos, convertido en una "figura cezaniana" forma una masa, garantizando, junto con los otros jugadores, la estabilidad en las composiciones definitivas. Su presencia produce un efecto de monumentalidad que se desprende a menudo de los retratos pintados por Cézanne.
Este hombre sencillo está muy concentrado, en un silencio absoluto, frecuente en el artista. Las obras dedicadas por Cézanne al tema de los jugadores de naipes, parecen misteriosas, enigmáticas y se han formulado varias hipótesis en cuanto al orden de su ejecución: las tres versiones reducidas han sido el objeto de una construcción muy pensada que podría llevar a concluir que son posteriores a ambas otras composiciones, más cargadas y más densas, en apariencia, pero menos elaboradas.
Fiel a su temperamento, Cézanne hubiese progresado hacia la simplificación, eliminando figuras, reduciendo el formato del lienzo, borrando todos los accesorios anecdóticos de la "escena costumbrista".
Por su carácter de "estudio" fuertemente marcado, El jugador de naipes desvela en parte la manera de proceder de Cézanne para abordar un tema: una "meditación" mediante aproximaciones sucesivas, a partir de personajes aislados.
Eran principalmente dibujos y acuarelas que precedían las composiciones lentamente elaboradas, por ello este estudio preparatorio, pintado al óleo, reviste una importancia peculiar.
Maribel Alonso Perez
04 diciembre 2011
sábado, 3 de diciembre de 2011
Jovencita en el jardín 1880 y 1882, Mary Cassatt

Jovencita en el jardín
Entre 1880 y 1882
Óleo sobre lienzo
Alt. 92; Anch. 65 cm.
Mary cassatt fue una de las primeras artistas que, con
su impresionismo realista y su retrato intimista de mujeres
y niños,se impulso en un ambiente en el que reinaba los
hombres.Este retrato fue pintado en 1880 y 1882 y se llama
¨Joven cosiendo en el jardin¨.
Una paleta clara y viva caracteriza la obra de Mary Cassatt,
pintora americana que introdujo el impresionismo acerca de
los aficionados y coleccionistas del otro lado del Atlántico.
Gran amiga de Degas, participó en exposiciones del grupo
impresionista a partir de 1879.
Los retratos de familiares, a menudo mujeres y niños, captados
en la intimidad de su cotidianidad, son frecuentes en su obra.
La Jovencita en el jardín, también llamado Mujer cosiendo,
lo demuestra con una originalidad: la figura está representada
al aire libre. El lienzo se mostró durante la última exposición
del grupo, en 1886.
El fondo, con obvia riqueza de colores, está
estructurado por un camino, amplia banda diagonal que
determina la imagen de profundidad. Fomenta la representación
de la jovencita, monumental en un primer plano de cerca. La
pincelada rápida y esbozada que demuestra la falda contrasta
con el contorno nítido y firme del rostro y del busto, indicando
que la artista no renuncia a la precisión del dibujo.
Maribel Alonso Perez
03 diciembre 2011
viernes, 2 de diciembre de 2011
La habitación de Van Gogh en Arles 1889 Vincent van Gogh
La habitación de Van Gogh en Arles1889
Óleo sobre lienzo
Alt. 57,5; Anch. 74 cm.
Sobre el tema de su dormitorio, Van Gogh realiza tres cuadros casi idénticos. El primero, conservado en el museo Van Gogh de Ámsterdam, fue ejecutado en octubre de 1888 y se deterioró en una inundación ocurrida durante la hospitalización del pintor en Arles. Cerca de un año después, éste emprende la realización de dos copias: una, de mismas dimensiones, se conserva hoy en el Art Institute de Chicago; la otra, la del museo de Orsay, realizada para su familia en Holanda, es de tamaño más reducido.
En una carta dirigida a su hermano Théo, Vincent explica lo que le incita a pintar una obra semejante: quiere expresar la tranquilidad y resaltar la sencillez de su dormitorio mediante el simbolismo de los colores.
Para ello, describe: "los muros lila pálido, el suelo de un rojo gastado y apagado, las sillas y la cama amarillo de cromo, las almohadas y la sábana verde limón muy pálido, la manta roja sangre, la mesa de aseo anaranjada, la palangana azul, la ventana verde", afirmando: "Había querido expresar un reposo absoluto mediante todos estos tonos diversos".
Mediante estos diferentes tonos, Van Gogh hace referencia a Japón, a sus crespones y a sus estampas. Se justifica de este modo: "Los Japoneses han vivido en interiores muy sencillos y que grandes artistas han vivido en este país."
Pese a que, para los japoneses, una habitación decorada con cuadros y muebles no parezca realmente sencilla, para Vincent es "un dormitorio vacío con una cama de madera y dos sillas."
Alcanza a pesar de todo una cierta austeridad, por su composición constituida casi únicamente de líneas rectas y por la combinación rigurosa de superficies de color que compensan la instabilidad de la perspectiva.
Maribel Alonso Perez
02 diciembre 2011
Las jóvenes al borde del mar 1887, Pierre Puvis de Chavannes

Las jóvenes al borde del mar
1887
Óleo sobre lienzo
Alt. 61; Anch. 47 cm.
Pierre Puvis de Chavannes (1824-1898) ha sido uno de los
artistas más destacados de la segunda mitad del siglo XIX
en Europa y en los Estados Unidos gracias a sus invenciones
en el terreno de la composición, de las formas y de la pintura
monumental. Las jóvenes al borde del mar se distingue, por
su estética y por la manera de abordar el tema, del arte
llamado "académico" y del impresionismo.

La sencillez de la composición, el dibujo esquematizado de las siluetas
la gama reducida de colores, el escaso modelado, la ausencia de
profundidad, la textura mate de la superficie, la simplificación general
en resumen, la neutralidad del tema tomado de la antigüedad con el
increíble motivo de la figura mostrada de espaldas, son el testimonio
de una visión poética totalmente original. Ésta marcó profundamente
a sus contemporáneos y a las generaciones siguientes hasta Matisse y
Picasso, que se inspiran en ella directamente.
Maribel Alonso Perez
02 diciembre 2011
El Balcón 1868-1869 Edouard Manet

Edouard Manet (1832-1883)
El balcón
1868-1869
Óleo sobre lienzo
Alt. 170; Anch. 124,5 cm.
Cuando Manet pinta este cuadro, las escenas
de la vida burguesa son un género de moda.
Sin embargo, El balcón no responde a ninguna
de las expectativas del público de la época.
Todos los personajes son íntimos de Manet.
Berthe Morisot, en particular, sentada en
primer plano, hace su primera aparición en
la obra del pintor de quien se convertirá en
modelo privilegiada. Pero los personajes están
representados en actitud fija, como perdidos
en una ensoñación interior. La escena no ofrece
ni narración ni anécdota. Manet se libera en
ello de las reglas académicas, aunque la
referencia a las Majas en el balcón de
Goya (1764-1828) sea evidente.
De hecho, cuando se presenta El balcón en el
Salón de 1869, domina la incomprensión.
"¡Cerrad las persianas!" ironiza el caricaturista
Cham, mientras que un crítico ataca a Manet
por hacer "la competencia a los pintores de
brocha gorda". La vivacidad de los colores,
el verde de la balaustrada y de las persianas
el azul de la corbata del hombre, así como el
contraste súbito entre los vestidos blancos y la
penumbra del segundo plano tienen el efecto de
una provocación. La jerarquía entre las figuras
y los objetos no es respetada: las flores están
más trabajadas que algunos rostros.
Así que no tiene nada de sorprendente que un
cuadro liberado hasta un punto tal de las
tradiciones, de las convenciones, de la
verosimilitud haya chocado tanto a su
primer público.
Maribel Alonso Perez
02 diciembre 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
EL Pastorero con Guardadora de Ocas 1854, Constant Troyon

El pastoreo con guardadora de ocas1854
Óleo sobre lienzo
Alt. 80; Anch. 117 cm
Tras haber viajado mucho por Francia, Holanda o Inglaterra, Troyon se instala, hacia 1850, en Normandía, región de pastoreos y de ganadería. Aquí observa la vida de los campesinos, en mismo tiempo que aquella de los animales.
Aquí, Troyon muestra una guardadora de ocas que lleva su rebaño por un pasto. A mitades del siglo XIX, la elección de semejante tema es una verdadera novedad. Anteriormente, una escena como esta, que muestra una simple campesina y animales de granja, no se juzgaba digna de ser representada en pintura.
El cuadro es ancho, la vista casi panorámica. El cielo, trazado con prisa, ocupa un gran espacio. Las vacas del primer plano aplastan por su presencia masiva a la joven guardadora de ocas, que no parece ser mucho más alta que ellas. En el campo francés de esta época, son efectivamente los niños quienes se hacen cargo de guardar los animales, a menudo poco numerosos, y de alimentar el corral.
La Guardadora de ocas de Troyon hacer pensar en La Mujer apacentando su vaca que Millet presenta en el Salón de 1859 (Bourg-en-Bresse, museo de Brou). El tema se aproxima, pero mientras que Millet pinta una escena de una rara gravedad, Troyon, con ternura, transmite como una anécdota, un pedazo de vida al que ha podido asistir, siempre un pretexto para pintar a sus animales queridos.
Maribel Alonso Perez
01 diciembre 2011
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