Pintura de Howard Behrens
domingo, 6 de noviembre de 2011
LA ESCLUSA 1824 JOHN CONSTABLE
Óleo sobre lienzo.
Medidas:
142,2 x 120,7 cm
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
La esclusa pertenece a un grupo de obras que el pintor presentó a la Royal Academy -entre 1812 y 1825- que se distinguen por sus grandes dimensiones y por una larga y cuidadosa elaboración. Constable tenía el hábito de trabajar al aire libre donde realizaba muchos estudios y bocetos para sus cuadros. Su obra, con el tiempo, se tornará cada vez más realista, interesándose por los cambios atmosféricos y las distintas tonalidades de la luz natural. Fue una figura clave para los pintores de la Escuela de Barbizon
Constable preparaba un boceto al óleo a tamaño real, ejecutado de modo somero, en el que comprobaba los efectos de masas de luz y color. Para preparar La esclusa, Constable, que por entonces vivía en Hampstead, junto a Londres, se trasladó en la primavera de 1823 a hacer apuntes a su casa familiar en Dedham, en el valle del río Stour. Más tarde, pasadas las Navidades de ese año, emprendió el boceto a tamaño real.
Durante la ejecución de la obra definitiva, Constable hizo tres cambios que conviene señalar. El primero fue añadir el grupo de árboles que se ve a la derecha y que no existían en realidad, como se deduce de los apuntes que el artista había hecho in situ el año anterior. El segundo cambio afecta al estado de la esclusa. Los vecinos de Dedham y de los pueblos vecinos del valle llevaban muchos años quejándose del lamentable estado de la esclusa del río Stour. Pues bien, en 1823, cuando Constable hizo los primeros apuntes, las protestas habían sido escuchadas, y la esclusa estaba ya reparada. Sin embargo, al ejecutar el lienzo final Constable representa la esclusa en el estado ruinoso con que la había conocido en su niñez.
El tercer cambio afecta a la postura del hombre de chaleco rojo que está manejando el mecanismo de la compuerta. En otras obras anteriores, y también en los primeros bocetos de la que aquí comentamos, Constable pinta a otros personajes dedicados a la misma tarea, pero los representa siempre informalmente. Para la versión final, en cambio, Constable abandona las observaciones del natural para acudir al repertorio académico. La figura del barquero está extraída en efecto de un dibujo académico de desnudo masculino que el artista había llevado a cabo quince años antes en Londres. Y es que ahora esa figura es el centro de la composición.
Para darle mayor énfasis, Constable relaciona su silueta vertical con la torre de la iglesia de Dedham, perceptible en la lejanía. Si se compara el boceto a tamaño real y la obra final, se detecta otro cambio ligero, pero importante, en la postura de esa figura: en el primero, el hombre apoya los dos pies en el suelo, mientras que en la segunda apoya la rodilla izquierda en el mecanismo de la compuerta. Con ello el pintor resalta el carácter épico de su acción, subrayando la unidad interna de un esfuerzo físico que requiere la participación de todo el cuerpo del protagonista.
El efecto del cuadro es inseparable del tratamiento de la luz, que parece moverse mientras el cielo cambia ante nuestros ojos. El artista de referencia para este tratamiento de la luz bajo cielos cambiantes era, naturalmente, Jacob van Ruisdael. Constable usa en este cuadro otros recursos tomados en préstamo de Ruisdael, como por ejemplo su manera de representar el agua en movimiento mediante empastes de óleo blanco para conseguir un efecto de espuma tumultuosa o las veladuras que reproducen en reflejo irisado de las viejas maderas mojadas (véase, por ejemplo, Dos molinos de agua con una compuerta abierta, obra de Ruisdael fechada en 1653, hoy en el Paul Getty Museum). Al mismo tiempo, tenemos buenas razones para pensar que la idea del grupo de árboles inventado de la derecha tiene su origen en Claudio de Lorena.
El tratamiento de la luz este cuadro es un hito en la carrera artística de Constable. Por otra parte, la sustitución del paisaje real por uno que recuerda la niñez del artista pone de manifiesto su sensibilidad romántica. También es significativa la convergencia entre la autenticidad biográfica del paisaje rural y la naturalidad del trabajo del campo.
Maribel Alonso Perez
06 noviembre 2011
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