Pintura de Howard Behrens

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lunes, 7 de mayo de 2012

Bartolomé Esteban Murillo 1617 - 1682 Pintor Español


Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 31 de diciembre de 1617 Cádiz, 3 de abril de 1682) fue un pintor español del siglo XVII. Es una de las figuras más importantes de la pintura barroca española que, tras haber decaído en estimación a principios del siglo XX, vuelve a gozar de importante reconocimiento mundial.[1]

Nació en 1617 en la ciudad de Sevilla. Fue bautizado en la parroquia de Santa María Magdalena de la ciudad de Sevilla. Fue el menor de catorce hermanos. Su padre era un cirujano barbero llamado Gaspar Esteban, siendo por tanto Esteban su primer apellido. Su madre se llamaba María Pérez Murillo, de quien tomó el apellido para firmar su obra, como hizo Velázquez. Al morir sus padres cuando tan sólo tenía 10 años, pasa al cuidado de una de sus hermanas mayores, Ana, casada con un barbero cirujano, Juan Agustín de Lagares, con quien el joven Bartolomé mantendría muy buena relación.



Aunque por influencia de su padre ya era aficionado al dibujo, Murillo se formó en el taller de su pariente Juan Castillo, respetado artista en Sevilla, donde pronto comenzó a destacar de entre sus discípulos. Llegó a pasar allí cinco años, siendo uno de sus compañeros de taller el pintor granadino Alonso Cano. Para aportar algún dinero a la casa, a los 14 años de edad pintaba pequeños cuadros, o bien hacía dibujos para las comunidades religiosas.

A los 22 años Murillo decidió establecer un taller de pintura barata que le permitía vender cuadros sobre todo en las ferias de los pueblos, pero a pesar de que se vendían bien, esto no terminaba de satisfacer al artista, tanto es así que tras conocer copias de Antoon van Dyck, traídas a Sevilla por Pedro Moya, surgió en él un fuerte deseo de perfeccionar su pintura. Aunque no se conoce que viajara al extranjero, conoció bien la pintura flamenca, debido entre otras cosas a la posible relevancia de Sevilla como importante ciudad comercial, ya que esto favoreció el conocimiento exterior. No obstante, Murillo tomó la resolución de abandonar su ciudad al menos por un tiempo; el inconveniente sería su situación económica, por lo que tras comprar una pieza de tela y hacerla trozos, pudo pintar en cada uno de ellos un cuadro que vendería a un mercader que embarcaba para Indias.

Se fue a Madrid y logró que Velázquez le abriera las puertas de los palacios reales de Madrid, Toledo y el Monasterio de El Escorial con lo que pudo admirar y copiar grandes pinturas de diferentes maestros, educándose y perfeccionándose de este modo; además, trabajó en el estudio de Velázquez, regresando finalmente a Sevilla cuando convino que realmente estaba preparado. En su ciudad natal causó sensación y admiración por su nueva forma de pintura, siendo entonces cuando comenzó a consagrarse verdaderamente como un pintor. Sus primeras obras están influidas por Zurbarán, Ribera, Alonso Cano, Rubens, Tiziano y Velázquez. De gran realismo, aunque con un estilo que se estaba forjando a lo que sería después. Su obra fue adquiriendo importancia y evolucionó hacia un pintura suave de gusto burgués y aristocrático, como demuestran sus obras religiosas. Murillo se convirtió en un excelente pintor y poco a poco cimentó su fama.

Maribel Alonso Perez  07 mayo 2012



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