La violación, Interior
Autor:Edgar Hilaire Degas
Fecha:1868-69
Museo:Museo de Arte de Filadelfia
Características:81 x 116 cm
ArteHistoria
Acostumbrados como estamos a las delicadas imágenes de ballet, carreras de caballos o representaciones de ópera, esta desconcertante escena pintada por Degas hacia 1868-69 resulta impactante. El lienzo permaneció durante más de cuarenta años en el taller del pintor y a él se refería como "mi pintura de género", pudiendo estar destinada al mercado inglés, un mercado en el que las temáticas de este tipo gozaban de una interesante acogida. Los especialistas han buscado referencias literarias para esta obra, refiriéndose a novelas de Zola o Duranty como fuente más directa. Se ha apuntado a "Therese Raquin" del primero, obra en la que Thérese y su amante asesinan al marido, relacionado esta composición con el capítulo en el que la nueva pareja pasan su primera noche de bodas, un año después del parricidio. Hofmann (1991) considera que no debemos buscar fuentes literarias para esta escena sino que estaríamos ante una "allégorie réelle".
En la zona derecha de la composición nos encontramos a un hombre de pie, en una desafiante postura, con las piernas separadas y una penetrante mirada que sugiere su estado de tensión. De espaldas, con la combinación blanca resbalando sobre su hombro izquierdo y posiblemente llorando, se halla la mujer, en una postura con la que parece esconder su vergüenza. Junto a la cama, tirado en el suelo, podemos observar un corsé, mientras que en la mesa reluce un collar junto a un costurero abierto. En estos objetos han querido ver los expertos el mensaje de la obra: cómo la joven ha vendido su honra por una joya pero en el momento de entregarla se ha arrepentido, apareciendo el miedo y la culpa, lo que la lleva a dar la espalda al hombre. Si éste es el tema de la escena enlazaría con los asuntos recogidos en algunos cuadros de los Pre-rafaelitas como Hunt o Rossetti, pinturas de género con grandes dosis de enigma a las que tan aficionado era el público inglés.
Degas representa la escena en un reducido espacio, consiguiendo aportar una mayor carga emotiva y dramática al asunto. Las diagonales organizan la composición -la cama, la alfombra, incluso la mirada del hombre sobre la mujer- recordando las escenas de los maestros del Louvre a los que Degas admiraba. También encontramos curiosos contrastes como la cama intacta frente al desorden de las ropas; el espejo absorbiendo los reflejos que emite la chimenea; el hombre vestido y la mujer semidesnuda; las tonalidades oscuras de él y las claras de ella. Las tonalidades rojizas ocupan un papel determinante en el conjunto: las rosas que decoran la pared, simbolizando posiblemente la pasión; el rojo de la luz de la chimenea, el forro de seda de la maleta. Pero será la luz la auténtica protagonista, consiguiendo gracias a los efectos lumínicos aumentar la violencia de la escena, especialmente gracias a colocar al hombre en una zona de penumbra mientras que la mujer tiene la espalda iluminada por la lámpara que observamos en la mesa. Esta violencia lumínica y contextual ha sido la responsable del subtítulo de la obra: Violación, título que recibió en 1912 y que posiblemente no fuera el sugerido por Degas.
Maribel Alonso Perez 21 julio 2012
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