Pintura de Howard Behrens
viernes, 22 de junio de 2012
El Taller del Pintor 1855 - Gustave Courbet
El taller del pintor
Gustave Courbet, 1855
Óleo sobre lienzo • Realismo
Medidas 359 cm × 598 cm
Museo de Orsay, París, Francia
Está realizado al óleo sobre lienzo. Mide 359 cm de alto y 598 cm de ancho. Fue pintado en 1855, encontrándose actualmente en el Museo de Orsay, de París, Francia. Su título completo en francés es : L’Atelier du peintre. Allégorie Réelle déterminant une phase de sept années de ma vie artistique (et morale), esto es, El taller del pintor, alegoría real, determinante de una fase de siete años de mi vida artística (y moral). También recibe los nombres de Alegoría real o El estudio. Este monumental cuadro es el más emblemático, considerado una alegoría real de su entorno político, artístico y cultural.
La escena tiene lugar en el taller de Courbet en París. Se divide en tres partes: en el centro, el artista, con una modelo desnuda detrás de él; a la derecha, los «simpatizantes»; a la izquierda, «los que viven de la muerte y la miseria». La intención de Courbet era hacer desfilar por su lienzo a toda la sociedad humana contemporánea. El cuadro sería así una especie de Juicio Final. Justo entre los dos mundos hay un maniquí crucificado que representa a San Sebastián atravesado por flechas: simbolizaría a la Academia.
Courbet dice esto en una carta que envía a su amigo Champfleury en enero de 1855 :
«es la historia moral y física de mi taller, primera parte. Son las personas que me sirven, me sostienen en mi idea, que participan en mi acción. Son las personas que viven de la vida, que viven de la muerte. Es la sociedad en su cumbre, en su parte baja, en su parte media. En una palabra, es mi manera de ver la sociedad, en sus intereses y en sus pasiones. Es el mundo que viene a hacerse pintar en mi casa. »
Iconografía
Con El taller del pintor, Courbet pone en entredicho la jerarquía de los géneros a través de una suerte de manifiesto personal, eleva la escena de género al rango de la pintura histórica, de la que, por otra parte, utiliza el formato. Courbet mezcla en este cuadro todas las categorías tradicionales: el paisaje, la escena de género, el desnudo, el retrato de grupo y el bodegón.
El lienzo es, de hecho, una galería de retratos, es decir, una reunión de figuras conocidas, de alegorías o simplemente de distintas categorías sociales. Busca así dar a todas estas clases su carta de nobleza.
Por las palabras «alegoría real», el pintor avisa a su público que cada uno de los personajes representa una idea, además de un ser de carne y hueso. Bajo la influencia de Proudhon se hace moralizador y es el mundo que se propone juzgar.
El desnudo puede percibirse como una representación alegórica de la pintura que admira y que inspira el arte de Courbet.
El subtítulo da, por otra parte, la medida del ambicioso propósito y un poco enigmático del pintor. Courbet busca en efecto hacer una suerte de balance de su obra a través de este cuadro.
El tema de la creación artística no es inusual pero Courbet lo renueva colocándose en el centro, como protagonista principal. Reivindica así su estatuto de artista.
Courbet comenta así el cuadro en una carta:
Yo estoy en el centro pintando; a la derecha, los «simpatizantes»; es decir, los amigos, los colaboradores y los amantes del mundo del arte. A la izquierda, el otro mundo, la vida cotidiana, el pueblo, la miseria, la riqueza, la pobreza, los explotadores y los explotados, la gente que vive de la muerte
Pocos pintores, hasta entonces, se representaron en el centro de sus obras.
Maribel Alonso Perez
22 junio 2012
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