Pintura de Howard Behrens

Pintura de Howard Behrens

viernes, 8 de junio de 2012

Sagrada Familia con Santa Ana 1620 Luis Tristán



LUIS TRISTÁN
(Toledo, 1586-1644)
Sagrada Familia con Santa Ana
Año 1620
óleo sobre lienzo 149 x 104 cm



El cuadro que nos ocupa es, como bien muestra la bibliografía al respecto, de sobra conocido por los expertos en la obra de Luis Tristán. A lo largo de varias generaciones ha permanecido en manos de la misma familia, en colección particular sevillana. Expuesta en la capital hispalense en 1924 como obra de Velázquez, y más tarde atribuida a Loarte por Méndez Casal, fue don Diego Angulo quien finalmente la reconoció como obra de Luis Tristán.

La escena representa a la Sagrada Familia acompañada de Santa Ana. Precisamente la primera obra que se conserva firmada por Tristán es una Sagrada Familia fechada en 1613 (fig. 1), que fue de la colección Contini Bonacosi y actualmente se conserva en el Museo de Minneapolis. En ella San José ofrece al Niño una paloma blanca, símbolo del alma cristiana. En nuestra versión, la Virgen sostiene al Niño desnudo en una composición que recuerda a la Virgen de la Rosa de Rafael (seguramente conocida por el autor a través de algún grabado), mientras que un San José calvo y añoso le ofrece un plato con frutas del que el Niño toma una manzana, en una muestra del naturalismo de los bodegonistas toledanos. Santa Ana aparece detrás, a la derecha, acariciando al Niño con gesto pensativo. Con una composición similar, pero sin la figura de Santa Ana, se conserva en una colección escocesa una variante del mismo tema de gran calidad (fig. 2), y una copia, de autor posterior y con variantes significativas, está documentada en colección particular de Murcia.

En esta obra observamos muchas de las características atribuidas al pintor: de un lado, la influencia del primer naturalismo romano, de raigambre caravaggista, que conocería a través de la persona y la obra de Horacio Borgiani, quien estuvo en Toledo en 1604, de otro lado, el recuerdo de su maestro, el Greco, en el manierismo de las alargadas proporciones, por último, la influencia del colorido veneciano del mundo escurialense. Con todas estas influencias Tristán conforma su propio lenguaje, adoptando el claroscuro tenebrista y haciendo uso de una paleta de tonos cálidos y tostados, donde los rojos aterciopelados y los puros azules contrastan con los blancos de sus telas fluyentes. Su pincelada pastosa, densa y modeladora, conforma los paños de manera escultórica, resultando las telas corpóreas y pesadas, con pliegues rotundos.


Maribel Alonso Perez
08 junio 2012

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