Pintura de Howard Behrens

Pintura de Howard Behrens

jueves, 30 de agosto de 2012

Escena de Calle de Berlin 1913 Ernst Ludwig Kirchner



Ernst Ludwig Kirchner: La calle.

Año: 1913.
Medidas 120,7 x 91,2 cm
Oleo sobre lienzo.
Museum of Modern Art, Nueva York .



El enfoque expresionista, la atmósfera que estos artistas captaron y subrayaron, aparece bien expresado en la obra de Kirchner La calle. Unos hombres y mujeres, vestidos a la moda y con trajes caros, pasean, conversan o miran objetos de lujo en un escaparate. No es un tema siniestro, y sin embargo la atmósfera global de la pintura lo es. Las mujeres parecen congeladas en posturas erizadas. La actividad está concentrada en la pincelada seca y dura.


Quizás son prostitutas caras, o quizás el pintor quiso que unas ricas esposas pareciesen caras prostitutas.. sus extremidades, los zapatos y los adornos del sombrero se afilan ofreciendo un aspecto erizado y vicioso, y este efecto se refleja en las caras con el carmín de sus labios y sus duras expresiones. Las ropas y sombreros oscuros, al contrastar con caras pálidas, pueden producir un efecto de fragilidad. Aquí intensifican la dureza, la dislocación. Todo contribuye a crear una atmósfera de decadencia. El tema se apretuja en el lienzo; no hay lugar para que descanse la vista.


Intenta expresar en la pintura la atmósfera emocional que destilaba la vida en la calle, la alegría y la tristeza con sus notas de sexualidad en el detrito humano de la vida urbana. Su preocupación era destilar directamente de la naturaleza los signos primordiales y los jeroglíficos, y utilizar estas formas rudamente simplificadas y distorsionadas para expresar lo
s estados contemporáneos de la mente.


En estas escenas de calle, consideradas como las manifestaciones más maduras del expresionismo alemán, expresaba de manera visible el ritmo, la morbosidad, la luminosidad intensa y el erotismo exhibicionista del hombre de la megápolis.

"Usted quedará realmente impresionado cuando ponga un pie en Berlín. Nos hemos convertido en una familia numerosa y se puede obtener lo que haga falta, alojamiento o mujeres.”

Estas palabras las escribía el pintor alemán Ludwig Kirchner en una carta remitida desde Berlin a Erich Heckel, otro de los fundadores junto con él del “Die Brücke” (El Puente), el grupo expresionista alemán fundado en 1905 en Dresde.

Corría el año 1911 y Kirchner había abandonado la ciudad de Dresde donde se había formado su grupo, había abandonado a su compañera Dorís Groé (Dodo) y estaba empezando a abandonar el estilo pictórico que le había acompañado durante los años pasados en Dresde.

Berlín fue una ciudad que le había subyugado nada más llegar. La modernidad, los escaparates, la sociedad, el tráfico. Kirchner pasaba horas en sus calles realizando esbozos y dibujos de aquella multitud que deambulaba por ellas, multitud formada por elegantes hombres y bellas mujeres entre las que destacaban aquellas que iban adornadas con vistosos y coloristas sombreros de plumas, las “cocottes”, las prostitutas de aquel Berlin preludio de los años veinte.

Entre 1913 y 1915, Kirchner pintó una gran cantidad de cuadros que han quedado englobados en la serie conocida como “Großstadtbilder”, que se podría traducir como imágenes urbanas o escenas callejeras, y de la cual forma parte este cuadro
pintado en 1913, uno de los primeros de la serie y tal vez uno de los más conocidos titulado “Escena callejera en Berlin”. En él, dos “cocottes” ataviadas con unos largos y sofisticados vestidos y tocadas con sus llamativos sombreros de plumas de colores pasean entre la multitud esbozando una ligera sonrisa que pone de relieve sus sensuales labios muy marcados por el rojo carmín mientras al fondo, el tranvía de la línea nº 15 acaba de realizar seguramente una parada en su recorrido habitual.

Se cuenta que Kirchner pintó estos cuadros en su estudio basándose en los dibujos que había tomado del natural y sirviéndose de sus modelos que eran, aquí en Berlin, su nueva novia berlinesa, Erna Schilling y su hermana Margarita, ambas bailarinas de un club nocturno de Berlin y a las que retrató como cocottes en el cuadro que hoy vemos.

Este cuadro tiene una larga historia en su haber pues fue comprado al propio Kirchner por un coleccionista alemán de ascendencia judía. Este a su muerte en 1931 lo deja en herencia a su familia la cual se ve obligada a huir de Alemania con la llegada al poder en 1933 del nazismo y dada su condición de judíos. Tres años más tarde, una selección de pinturas de la colección Hess, entre ellas este cuadro, es vendida en Colonia.

En 1980, la pintura llega a la venta otra vez, y lo adquiere el Museo Brüecke de Berlín. Anita Halpin, nieta heredera de los Hess, inicia un pleito contra el estado alemán pidiendo la restitución de su cuadro alegando que este había sido incautado a causa de la persecución sufrida por su familia. El pleito se concluye en 2006 cuando los jueces obligan al estado alemán a devolver el cuadro a Anita Halpin. Unos meses después, esta lo subasta en Nueva York alcanzando la nada desdeñable cantidad de 38 millones de dólares que fueron pagados por la Lauder Neue Ronald Galerie de Nueva York donde se encuentra actualmente.


Maribel Alonso Perez
30 agosto 2012

 

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