Pintura de Howard Behrens

Pintura de Howard Behrens

lunes, 25 de marzo de 2013

Jeanne Hébuterne 1918 - Amedeo Modigliani

               

 

Artist: Amedeo Modigliani
Año: 1918
Ligar de creación: Paris, France
Stilo: Expresionismo
Genre: portrait
Tecnica: óleo
Material: Lienzo
Dimensiones: 91.4 x 73 cm
Gallery: Metropolitan Museum of Art, New York City



De Modigliani, del bello "Modi" como le llamaban sus amigos parisinos, se decía que pintaba a las mujeres para poseerlas durante el trance místico de la plasmación.

Muchas fueron las mujeres que le amaron, algunas hasta la locura, aunque él, seguramente, no amó a ninguna. Todas aquellas mujeres que pasaron por la corta vida de Modigliani quedaron inmortalizadas en sus bellos y originales retratos o dibujos realizados todos ellos en un estilo distinto a lo conocido y que le convertirían en un pintor inconfundible. 

Modigliani era, aparte de un hombre bello, una persona culta y con un cierto aire de distinción. Dentro de su perpetua pobreza y de su bohemia vida, mantenía un aire de elegancia. Normalmente ataviado con su sombrero de ala ancha, su oscura chaqueta de terciopelo y un pañuelo rojo al cuello, de él llegó a decir Picasso que era el único "tipo" en Paris que sabía vestirse. Todos esos detalles gustaban a las mujeres que le conocieron a pesar de su manifiesto alcoholismo y su afición a las drogas que le convertían en determinados momentos en un individuo totalmente desequilibrado.

De Modi llegaría a decir la poetisa rusa Anna Ajmatova años después de la muerte del pintor que: "Él no se parecía, en absoluto, a nadie en este mundo. Su voz se ha quedado, de alguna manera, grabada en mi memoria para siempre". Anna Ajmatova se enamoraría de él en el verano de 1911 mientras visitaba París con su marido, el poeta ruso Nicolai Gumilev, y volvería a París en secreto en dos ocasiones para visitar a Modigliani

No necesitó tanto la pintora galesa Nina Hamnett recién llegada a París en 1914 cuando en el café "La Rotonde", el hombre que ocupaba la mesa de al lado se le presentó sonriente como: "Modigliani, pintor y judío". Horas después compartían casa y cama en el promiscuo y destartalado "La Ruche"

Con Beatrice Hastings la relación duró casi dos años, hasta 1916, en que esta se volvió imposible. Beatrice, una periodista londinense criada en Sudafrica y que había tomado la dirección en París del diario "The New Age", era una adicta a los hombres y al alcohol, dos aficiones que chocaban simétricamente con las de Modi. Cuando todo estalló demasiado, Modigliani estuvo a punto de matarla lanzándola contra una vitrina. De él escribiría más adelante que: "Era un cerdo y una perla, hachis y brandy, ferocidad y glotonería." 

El puesto de Beatrice lo cubriría durante un año una estudiante canadiense llamada Simone Thiroux con la que Modigliani mantendría una corta relación que se ha llamado su relación secreta y de la que nacería un niño al que él nunca reconocería y que al morir su madre en 1921 sería adoptado por una familia francesa. 

Todas estas mujeres y algunas más tuvieron un peso importante en la vida de Modigliani y de todas ellas dejó su testimonio pictórico pero, la que más tiempo vivió con él y le acompañó hasta su muerte fue Jeanne Hébuterne, la mujer que aparece en el cuadro que hoy revisamos. 

A Jeanne Hébuterne, una joven estudiante de Bellas Artes en la prestigiosa Academia Pollarosi de Paris, la conocería Modigliani en 1917 a través de una amiga común, la escultora Chana Orloff, la cual acudía regularmente a esta academia para trabajar con modelos en vivo. Pronto surgiría el flechazo entre ambos y Jeanne marcharía a vivir con Modi a un estudio que alquilarían en la rue de la Grande-Chaumière, en pleno Montparnasse. La oposición de los padres de Jeanne a aquella relación con un hombre quince años mayor que ella, pobre y minado por la tuberculosis, el alcohol y las drogas, no conseguiría apartarla de él. 

En los cerca de tres años que vivieron juntos, Modigliani retrató a Jeanne en más de veinte lienzos uno de los cuales es el que hoy vemos y en el que la pinta en su estudio de Montparnase, sentada en un sofá y con su brazo izquierdo apoyado sobre el respaldo del mismo y vestida con una amplia camisa clara que disimula el estado de buena esperanza en que Jeanne se encontraba cuando Modigliani realizó este lienzo en 1919. La pareja ya tenía otra hija, Jeanne, nacida un año antes y a la que Modigliani había reconocido. 

Su segundo hijo nunca llegaría a nacer. Unos meses más tarde, el 24 de enero de 1920, Modigliani moría con solo 36 años en el Hospital de la Charité de París a consecuencia de una meningitis tuberculosa y Jeanne Hebuterne se suicidaba al día siguiente lanzándose al vacío desde una ventana de la casa de sus padres.

Este cuadro pasó a manos del marchante, amigo y protector de Modigliani, el polaco Léopold Zborowski que lo vendería unos años después siendo adjudicado por 30.000 francos en 1937 en una de las famosas subastas del Hotel Drouot de París. En 1956 pasó a ser propiedad del Metropolitan Museum of Art de Nueva York por donación de sus anteriores propietarios.

Puedes ver un bello vídeo basado en la obra y la vida de Modigliani pulsando aquí.http://youtu.be/PxdjUw69Qdc



Maribel Alonso Perez
   25 marzo 2013

jueves, 21 de marzo de 2013

Gabriele Münter 1877 - 1962

                                                   
 

Gabriele Münter en 1900
Nacimiento19 de febrero de 1877
Berlín, Alemania Fallecimiento19 de mayo de 1962
Murnau am Staffelsee, Alemania
Nacionalidad: Alemana
Área: Pintura y Fotografía


Gabriele Münter (* 19 de febrero de 1877 en Berlín - † 19 de mayo de 1962 en Murnau am Staffelsee) fue una pintora alemana del expresionismo, fotógrafa y salvadora de las pinturas del movimiento Blaue Reiter durante la Segunda Guerra Mundial.

Los padres de Münter, eran adinerados y apoyaron su educación artística con maestros privados. En 1897 asistió a una escuela de arte para mujeres en Düsseldorf. Posteriormente emprendió un viaje de dos años por Estados Unidos con su hermana y al regresar en 1901 se estableció en Múnich. La Academia de Bellas Artes de Múnich no estaba abierta para mujeres, por lo que continuó sus estudios en una asociación femenina de pintura de la ciudad. Pronto se aburrió de la educación en la asociación, por lo que cambió a la progresiva escuela de arte Phalanx, en la que trabajaba Vasily Kandinsky.

En el verano de 1903 durante una estancia en Kallmünz, Kandinsky se compromete en matrimonio con Münter, a pesar de estar aún casado, hecho que ocultan a los otros miembros de la escuela Phalanx. Münter vive abiertamente con Kandisnky como su amante, a pesar de que él no se divorcia hasta 1911. Vivieron juntos hasta 1917 y emprendieron varios viajes, incluyendo visitas a Túnez, Holanda, Italia y Francia.


Bild 182


Durante su primera estancia en París en 1906/07, Münter ve los cuadros de Henri Matisse y otros fauvistas, lo que cambia su estilo a largo plazo. En 1909 compra una casa en Murnau am Staffelsee donde pasa los veranos con Kandisnky y donde reciben a numerosos artistas del vanguardismo muniqués como Alexei von Jawlensky, Franz Marc, August Macke y el compositor Arnold Schönberg


Artísticamente, Münter comienza a desarrollar un estilo abstracto propio, con brillantes colores sin mezclar, formas fuertes, todo delineado por oscuras líneas de separación. Se convierte en miembro fundadora de la Neue Künstlervereinigung München (Nueva union de artistas de Múnich) iniciada por Kandinsky y que incluía el núcleo de los artistas del Blaue Reiter.

Durante la Primera Guerra Mundial Kandinsky se ve forzado a salir de Alemania por ser ciudadano de una potencia enemiga. Entre 1915 y 1920 Münter vive en Escandinavia. Su último encuentro con Kandinsky ocurre en 1916 en Estocolmo. A partir de 1917 Kandinsky rompe todo contacto y solo años más tarde, Münter se entera de que Kandinsky se había casado de nuevo.

A partir de 1920 Münter vive alternativamente entre Colonia, Múnich y Murnau. Debido a una constante depresión, prácticamente deja de pintar. Durante un periodo de residencia en Berlín, en 1925, produce reducidos retratos de mujeres hechos en lápiz. Solo tras una larga estancia en París en 1929/30, su actividad creativa coge nuevo impulso.
En 1932 regresa a su casa en Murnau donde vive con el historiador de arte, Johannes Eichner.



Durante este período pinta sobre todo flores y obras abstractas. En 1937 los nazis le prohiben exponer, por lo que se retira de la vida pública. Durante la Segunda Guerra Mundial Gabriele Münter escondió más de 80 obras de Kandinsky y otros miembros del Blaue Reiter, además de obras propias, salvándolas de la destrucción. Estas pinturas se las regaló en 1957 a la ciudad de Múnich, donde ahora son exhibidas en la Lenbachhaus, que de golpe, se convirtió en un importante museo. Su casa en Murnau am Staffelsee es hoy en día también museo.

Maribel Alonso Perez
   21 marzo 2013

martes, 12 de marzo de 2013

Apolo Palace 1933 (conocido como Eden Concierto Music Hall) - Francesc Domingo Segura

               


Francesc Domingo Segura (1893-1974) fue un pintor catalán nacido en Barcelona y fallecido en Sao Paulo (Brasil) ciudad a la que emigraría en el año 1951 tras un largo periodo de desorientación pictórica y personal a raíz de la Guerra Civil Española.

Formado en la escuela de Francesc Galí se integra en la "Agrupación Courbet", un movimiento artístico fundado en Barcelona en 1918 con el objetivo de renovar el "noucentismo" siguiendo la doctrina del pintor francés Gustave Courbet. La Agrupación, impulsada por el ceramista y crítico de arte, Josep Llorens i Artigas y a la que llegaron a pertenecer pintores tan destacados como Picasso, Joan Miró y Olga Sacharoff se disolvió un año después, por lo que Francesc Domingo marcha a París y posteriormente a la Bretaña donde se acercará al cubismo debido a su admiración por Cezanne.

De vuelta a España en 1931 se establece en su ciudad natal y su pintura, hasta el comienzo de la guerra civil, se inclina por un realismo social llegando a plasmar aspectos idealizados del mundo del espectáculo destinado a las clases proletarias o menos cercanas a la burguesía catalana. A este periodo pertenece el cuadro que hoy traemos a nuestro blog.

Debo confesar que de Francesc Domingo no conocía nada de su vida ni de su obra a excepción de su cuadro "Los jugadores", cuadro que tuve la oportunidad de ver en una visita al MNAC hace ya algunos años, y que he descubierto este otro cuadro tan solo hace unos días a través del espacio dedicado en la revista El Cultural a la exposición organizada en Barcelona relativa a lo que supuso para la vida de esta ciudad durante el periodo de 1894 a 1939, la conocida avenida de El Paralelo.

En El Paralelo (Avinguda del Paral·lel), la avenida que lleva en la ciudad de Barcelona desde las Atarazanas Reales hasta la Plaza de España, se fueron concentrando desde su nacimiento infinidad de teatros, cabarets, cafés-concert y music-hall, lugares que convertirían dicha avenida en una zona o área dedicada al ocio y el espectáculo destinado principalmente a una masa obrera o proletaria, una zona o barriada equiparable a las que nacieron en otras grandes ciudades como en el París o Berlín de entreguerras o en el propio Nueva York.

En uno de estos "lugares" de El Paralelo dedicados al espectáculo nació el cuadro que hoy visitamos y que pintó Francesc Domingo perteneciente a una serie cuya génesis explicaba un tal Enric F. Gual en un articulo publicado en la revista "Mirador" en agosto de 1933.

Según Enric F. Gual, Francesc Domingo desde su regreso a Barcelona y después de su estancia en Francia, se había convertido en un asiduo visitante de El Paralelo y de sus principales locales como era en este caso, el Apolo Palace. En él nació la idea de pintar una serie de cuadros que reflejasen el ambiente del local, el tipo de actuaciones y sobre todo, dieran una imagen del mundo social que se congregaba todas las noches en torno a aquellas canzonetistas o cupletistas para admirar su arte y sus cuerpos.

Francesc Domingo le comentó la idea a su amigo y antiguo compañero de la "Fundación Courbet" Josep Llorens i Artigas el cual le animó a que emprendiese la labor de imnmediato por lo que Francesc se puso manos a la obra y comenzó un seguimiento continuo del espectáculo que se daba en el Apolo por aquellas fechas y que tenía como una de sus estrellas a una pícara canzonetista llamada "La Fontalba", una mujer que a Francesc le trasmitía la imagen perfecta para plasmar en su obra.

Fueron muchos los apuntes y bocetos que fue tomando durante sucesivas veladas de "La Fontalba" así como otros en los que reflejar, en especial, el ambiente y la imagen de aquel público que abarrotaba normalmente el local. Una vez bocetados, coloreados estos y pensados mentalmente los futuros lienzos, fue cuando Domingo se decidió a dar el paso final encargando telas y bastidores y fue justo en ese mismo momento cuando la sala canceló el contrato con "La Fontalba" y esta desapareció del espectáculo llevando a Francesc Domingo al borde de la desesperación y provocando que este abandonase el proyecto iniciado.

Contaba Enric Gual en su artículo que enterado Josep Llorens de la frustración sufrida por su amigo y después de visitarle y admirarse con los inumerables bocetos que Domingo tenía en su estudio le animó a que no tirase aquel trabajo por la borda y consiguió que este volviese al Apolo una vez más. Afortunadamente, la inspiración volvió a ponerse al lado de Domingo en la persona de una nueva canzonetista que se había incorporado al espectáculo del Apolo, una tal Vera Frey, una vedette de cuerpo espectacular y que venía precedida por sus éxitos anteriores en salas como "Pompeia", "El Ba-Ta-Clan", "El Hollywood", "La buena sombra" o "El Royal Concert", todos ellos afamados "lugares" del Paralelo.

A esa Vera, a esa mujer a la que miran absortos todos esos proletarios asiduos a aquel local de la Barcelona de preguerra es a la que miró también Francesc Domingo desde ese rincón al otro lado del cuadro. Sus ojos fueron nuestros ojos y gracias a ellos hoy contemplamos nosotros también a Vera.

¿Que fué de ella? No sabemos. Seguiría seguramente actuando en el Apolo o en otro café-concert de El Paralelo hasta que la vida la retirase de aquellos escenarios. Alguien conocerá esta historia mejor que yo y a lo mejor nos la termina de contar.

Francesc Domingo pintó una serie de cuadros todos ellos dentro de este lugar. Uno de los cuadros y que en un principio también se denominó "Apolo Palace", pintado al igual que este en 1933, muestra a Vera Frey de espaldas, actuando en la pasarela, rodeada como siempre de seres que la observan arrobados y entre los que aparece su gran amigo Josep Llorens acompañado de una tal Rosario Sanz.

El cuadro que hoy hemos comentado, de propiedad particular,  Centre de Cultura Contemporánia de Barcelona (CCCB) en la exposición "El Paralelo, 1894-1939. Barcelona y el espectáculo de la modernidad".

Un poco más sobre la obra de este olvidado pintor catalán en http://youtu.be/u82StOL511s

Maribel Alonso Perez
   12 marzo 2013

lunes, 11 de marzo de 2013

La Siesta 1866 - Gustave Courbet


El sueño
(Le Sommeil)
Gustave Courbet, 1866
Óleo sobre lienzo • Realismo
135 cm × 200 cm
Museo del Petit-Palais, París, Flag of France.svg Francia


Esta tela, al igual que El origen del mundo, fue encargada por el diplomático turco Jalil-Bey.
Se trata de un cuadro de carácter sensual, propio de algunas de las obras que el autor pintó durante el Segundo Imperio. Protagonizan el cuadro dos figuras femeninas desnudas durmiendo, que recuerdan a las figuras de diosas mitológicas de la escuela veneciana. Trataba un tema morboso para la época en que vivió el artista: la relación sexual entre dos mujeres. Aún es objeto de debate si se trata sólo de representar el sueño inocente de dos amigas o se trata de una obra sobre el amor lésbico.
La puesta en escena es refinada. Las mujeres están sobre una cama, enmarcada por cortinas de terciopelo azul oscuro. Se ha considerado que, por la expresión del rostro, la mujer de cabellos rubios tiene un sueño erótico. En primer plano, sobre una mesita de madera con motivos florales en la tapa, hay un cáliz y un collar de perlas roto han de interpretarse como alegorías. En efecto, el collar roto que pasa por debajo de la mujer morena, simbolizaría la falta cometida mientras que el cáliz es signo de arrepentimiento. Junto al cáliz, hay una botella azul y una jarra de cristal. Al fondo, a la derecha, hay un jarrón con flores, posible regalo de una de las amigas a la otra.

 
 
Escribía hace ya algún tiempo el profesor de Historia del Arte, Carlos Reyero, que: "Gustave Courbet es el pintor de las frutas, de los animales, de las flores y, sobre todo, de la carne - de la carne como supremo enemigo del alma, por supuesto - de la carne fresca que se saborea con todos los sentidos al ser pintada"

En el cuadro que hoy traemos a este blog, Courbet presenta esa carne para que la saboree también el espectador después de haberse saciado él. La muestra casi como parte de un bodegón, como una de las piezas comestibles que lo integran.

A Courbet lo trajimos a este blog hace ya algún tiempo y lo dejábamos después de comentar la frustración que le había producido la no admisión de su obra "L’atelier du peintre" en el Salón de la Exposición Universal de 1855 en París, obra que Courbet expondría a modo de provocación en un pabellón individual situado enfrente de dicha exposición denominándolo "Realismo" dando origen así a un movimiento cuya estética definiría poco después el crítico de arte, Jules Champfleury.

Aquella exposición marcaría un antes y un después en la temática de la obra pictórica de Courbet abandonando este los temas de carácter social y dedicándose a aquellos que le reportasen el placer de pintar sin aceptar ajustarse a los convencionalismos impuestos por los academicistas y por la crítica del Salón.

Será ya en 1866 trabajando en su estudio de París sobre una serie de obras cuyo motivo principal será el desnudo femenino adornado de un cierto contenido erótico cuando recibirá la visita de un rico coleccionista turco llamado Khalil Bey, un antiguo embajador en París y que andaba haciéndose por esas fechas con una importante colección de obras de arte entre las que figuraban obras de pintores tales como Delacroix, Corot, Rousseau e Ingres ("El baño turco").

Khalil Bey se encaprichará con una obra ya terminada y que había sido rechazada en el Salón de 1866 por su alusión al lesbianismo, denominada "Venus persiguiendo a Psique", obra que Courbet no podrá venderle por tenerla ya comprometida. Khalil Bey, un erotómano de tomo y lomo además de jugador empedernido, le pide a Courbet que le pinte un cuadro similar a ese en el que aparecía una mujer desnuda dormida sobre una cama mientras otra, a medio vestir, juguetea con un pájaro al lado de ella.

Courbet acepta el encargo aunque será cambiando la escena en este nuevo cuadro al que denominará "El sueño", cuadro que hoy visitamos y que nos muestra a dos mujeres en una actitud también lésbica, adormiladas, seguramente después de haber hecho el amor y rodeadas de una serie de objetos a los cuales se les puede aplicar un cierto simbolismo como es ese collar de perlas que nos indicaría el pecado o la pasión y esa copa tipo cáliz que simbolizaría el perdón.

La carne, bellísima, se nos muestra como decíamos al principio casi como la pieza de un bodegón. Una pieza formada por dos mujeres una rubia algo pelirroja y otra morena que se nos muestran en todo su esplendor.

La mujer morena se desconoce quién era pero la pelirroja se sabe que corresponde a una bella mujer llamada Joanna Hiffernan, una irlandesa a la que Courbet había conocido el verano anterior durante una estancia de unos meses en la localidad de Trouville. Joanna era la amante y modelo del pintor James McNeill Whistler, que también se encontraba trabajando en Trouville en 1865. Joanna ya había posado para Courbet ese verano quién la retrató en un lienzo con el nombre de "Jo, la bella irlandesa", cuadro del que haría diversas variaciones.

Aprovechando que Whistler se encontraba por esas fechas en Valparaiso donde pasaría más de siete meses por asuntos personales, Joanna marchó a París a posar para Courbet en "El sueño" convirtiéndose en su amante. Se cree que posó igualmente para su controvertido cuadro "El origen del mundo", un cuadro que muestra un primer plano de un sexo femenino y que sería adquirido también por el erotómano turco Khalil Bey quién lo mantuvo tapado con un velo verde hasta que, arruinado por el juego, tuvo que venderlo en 1868 junto con los del resto de su colección entre los que figuraría "El sueño".

Este cuadro, también denominado "Las mujeres dormidas" o "Pereza y lujuria" se puede contemplar en el Petit Palais, Musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris.

 
Maribel Alonso Perez
11 marzo 2013

Puedes ver algo más de la obra de Gustave Courbet pulsando aquí.

domingo, 10 de marzo de 2013

Retrato de la Señora Natasha Gelman 1943 - Diego Rivera

 

Diego Rivera
Retrato de la Señora Natasha Gelman
Año: 1943 
Técnica: Oleo sobre tela 
Medidas: 115 x 153 cm
Colección J. y N. Gelman

Cuando en Europa las cosas se empezaron a poner mal para los judíos europeos debido a la llegada de Hitler al poder y sobre todo con el comienzo de la II Guerra Mundial, fueron muchos los que emigraron a America para comenzar una nueva vida, entre ellos Natasha Zakólkova, una mujer nacida en 1911 en la República Checa y que llegó a Méjico a principios de la década de los cuarenta.

En Méjico conocería unos meses después al ruso, también de origen judío, Jacques Gelman, un productor cinematográfico que había llegado a Méjico dos años antes con el fin de montar una filial de su empresa parisina de distribución de películas y con el que acabaría casándose en 1941.

Los negocios le marcharon muy bien a Jacques Gelman. Había conocido a través de su trabajo al comediante Mario Moreno "Cantinflas" y después de asociarse con él y con el también productor Santiago Reachi, lanzaron la que sería la primera película de Cantinflas, "Ni sangre ni arena" , una película que tendría un éxito inimaginable de taquilla. Este éxito les movería a fundar la compañía Posa Films de la que nacerían todas las películas interpretadas por "Cantinflas" y que le reportarían enormes ganancias al matrimonio Gelman.

El olfato para los negocios que siempre demostró Jacques Gelman le condujo a invertir gran parte de aquellos pingües beneficios en obras de arte. Sus viajes a Nueva York y ciudades de Europa fueron encaminados a conseguir obra europea a la vez que iban encargando o comprando a los artistas mejicanos que comenzaban a destacar o que eran ya artistas reconocidos, como fue el caso de la obra que hoy vemos, encargada a Diego Rivera y una de las primeras piezas de la que más adelante llegaría a ser la "Colección privada de Arte Mexicano Moderno y Contemporáneo de Jacques y Natasha Gelman", considerada como una de las colecciones privadas más importantes del mundo.

Cuando Jacques Gelman encarga en 1943 esta obra a Diego Rivera, este es ya un pintor de renombre en todo el mundo y en especial en Méjico. Sus encontronazos políticos, primero con sus amigos comunistas y después con los trotskistas, su manifiesto por el arte revolucionario junto a André Bretón, su gigantesco mural antifascista realizado en San Francisco dos años antes y su reciente nombramiento como profesor del Colegio Nacional de Méjico le han convertido ya en un personaje afamado y reconocido. Sus ideas anticapitalistas no le harán desdeñar nunca el dinero de los burgueses y acepta el encargo pintando a Natasha Gelman en la residencia que el matrimonio poseía en Cuernavaca, recostada en un sofá azul, vestida con un elegante traje blanco, adornadas sus manos y muñecas con vistosas joyas y rodeada de alcatraces o calas semejando ella misma a una gigantesca y bella cala.

El cuadro es bellísimo y se cuenta que el matrimonio quedó enamorado de este cuadro que se convertiría en la pieza emblemática de la colección. Después de este retrato, Natasha Gelman sería retratada ese mismo año por la pintora Frida Kahlo, la esposa de Diego Rivera, y más adelante por pintores de la talla de David Alfaro Siqueiros, Ángel Zárraga y Rufino Tamayo, cuadros todos ellos que pasaron a engrosar la llamada colección mejicana.

A la muerte de los Gelman, su colección y el destino de los cuadros ha seguido un camino que en la actualidad sigue siendo incierto.

La Colección europea fue donada por Natasha, heredera de la colección, al Metropolitan Museum of Art de Nueva York bajo la condición de permanecer reunida en una sala que enunciase el nombre de los coleccionistas. Con respecto a la coleccion mejicana se dispuso en testamento firmado en 1991 que la Colección mejicana quedase en Méjico en algún museo privado nombrando como albacea testamentario a un tal Robert R. Littman. Desaparecida Natasha Gelman en 1998, fueron apareciendo extraños herederos, entre ellos un hijo de Cantinflas y unos abogados mafiosos, que llegaron a provocar que la colección mejicana se encontrase en paradero desconocido a instancias de Robert Litman. Este último, residente en la actualidad en Nueva York, llegó a secuestrar la colección indicando que la colección se encontraba en lugar seguro y a la espera de que se resolviesen estos litigios.


El anuncio de la exposición de 75 obras de la colección, entre las que se encuentra el "Retrato de la Señora Natasha Gelman", en el Museum of Art en Atlanta, Estados Unidos desde el 14 de febrero al próximo 14 de mayo de 2013, parece devolver nuevamente la confianza acerca del paradero y estado de las obras.

Puedes visitar más obra de Diego Rivera en este vídeo http://youtu.be/hL9JLugE8s8


Maribel Alonso Perez
   10 marzo 2913

Retrato a Manet de Émile Zola -1868

             
 


Retrato de Émile Zola
(Portrait d'Émile Zola) Édouard Manet,

Técnica: 1868 Óleo sobre lienzo
• Impresionismo
Medidas: 146,3 cm × 114 cm
Museo de Orsay, París, Francia


Emile Zola, el amigo de juventud de Cézanne, manifiesta muy tempranamente un obvio interés por la pintura. Se interesa sobre todo a los artistas rechazados por la crítica oficial. En 1866, escribe sobre Manet en La Revue du XXe siècle y lo defiende de nuevo al año siguiente, con motivo de su exposición particular, organizada en margen de la Exposición universal. Zola considera el artista, discutido por los partidarios de la tradición, como uno de los maestros del futuro cuya, plaza estará en el Louvre. En 1867, el artículo fue publicado bajo la forma de un pequeño folleto, con tapa azul que encontramos aquí, colocado muy en evidencia encima de la mesa.

En agradecimiento, Manet ofrece al autor realizar su retrato. Las sesiones de pose están organizadas en el taller de Manet, calle Guyot. El entorno está formado para esta ocasión con elementos característicos de la personalidad, los gustos y la profesión de Zola. En el muro, reconocemos una reproducción de la Olympia de Manet, un cuadro que generó un violento escándalo en el Salón de 1865, pero que Zola consideraba como una obra maestra de Manet. Detrás de él, se encuentra un grabado realizado a partir del Baco de Velázquez que demuestra el afán común del pintor y del escritor por el arte español. Una estampa japonesa de Utagawa Kuniaki II que representa un luchador, completa el conjunto. El Extremo Oriente, que revolucionó el concepto de la perspectiva y del color, en la pintura occidental, desempeña un destacado lugar en el éxito de la nueva pintura. Un biombo japonés, colocado en la izquierda de la composición, recuerda esta importancia.

Zola posa sentado en su mesa de trabajo. Lleva un libro en la mano, probablemente La Historia de los pintores de Charles Blanc, a menudo consultado por Manet. Encima del escritorio un tintero y una pluma, simbolizan la profesión de escritor.

Este retrato sella el comienzo de una fiel amistad entre Manet y Zola, ambos en búsqueda de éxito.


Maribel Alonso Perez
   10 marzo 2013

sábado, 9 de marzo de 2013

Caminante a la puerta de una cabaña 1649 - Isack van Ostade

             
 

Isack van Ostade
Título: Caminante a la puerta de una cabaña
Fecha: 1649
Técnica: Óleo sobre tabla.
Medidas: 48,3 x 39,4 cm
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid



Isack van Ostade era hermano de Adriaen van Ostade que le llevaba once años y con el que, según Houbraken, se inició en la pintura, aunque en este apartado también se han mencionado otros artistas. Su primera obra fechada, Campesinos en un interior, conservada en la Alte Pinakothek de Múnich y datada en 1639, refleja la proximidad que Isack mantenía en esos años con el mundo rural creado por su hermano Adriaen. Isack está inscrito en el gremio de pintores de Haarlem en 1643, y al principio de esta década, la última de su vida, introdujo una serie de modificaciones en su estilo que afectaron a la elección de los temas y que marcaron la diferencia con la producción de su hermano mayor.

Isack se especializó en escenas en las que combinó perfectamente el paisaje y la pintura de género con unos personajes y unos episodios que se desarrollan en el exterior de posadas, tabernas o granjas. En estos temas se ha visto la influencia que la pintura de Pieter van Laer ejerció sobre el joven artista. Isack también incluyó en su repertorio paisajes de invierno, donde sus figuras se entretienen en deportes y juegos propios de la estación o simplemente continúan haciendo su vida normal bajo las grandes heladas. En sus óleos se descubre un virtuosismo mayor que en las pinturas de Adriaen, pues pone una mayor atención en la descripción de sus personajes y en particular en todos los detalles, entre los que resultan significativos por el tratamiento que reciben las hojas y ramas de los árboles.

Caminante a la puerta de una cabaña, fechado en el mismo año de su muerte, es un buen ejemplo de otro de los motivos que Isack trató a lo largo de su corta pero productiva carrera: viajeros descansando a la entrada de alquerías o granjas. En esta escena con formato vertical encontramos a un viajero o a un trabajador temporal, como se ha reseñado por su indumentaria y por los objetos que porta, zurrón y mochila de lana a su espalda, a la entrada de una humilde casa. Van Ostade utiliza el frente de la fachada de esta pobre construcción como telón para colocar a su viajero y a los tres miembros de una familia campesina. El trabajador temporal de pie, apoyado en una vara, habla y mira a la mujer sentada en el suelo que ha dejado los instrumentos de labor a un lado. Su hijo, que ha dejado su sombrero en el suelo, recibe al visitante ocultando su rostro sobre las rodillas de su madre, a la que coge de la mano.

El padre, mientras tanto, en el interior de la casa, ha decidido asomarse por la puerta para mirar al forastero, cuya conversación escucha con atención. La calidad de la pincelada y el toque, cargado de sensibilidad, se aprecian en la manera en la que se han reproducido todos los pormenores de la composición: la paja del tejado, las hojas de los árboles y de los arbustos o las ropas de las figuras. También se ha llamado la atención sobre los zapatos de este visitante, que tal vez esté pidiendo trabajo o recabando información sobre dónde puede encontrarlo, gastados y sucios por el camino y con briznas y pequeñas hierbas que delatan su transitar por senderos y caminos. La escena que recibe la iluminación de la izquierda está impregnada por una tonalidad cálida, fruto en parte de la gama terrosa utilizada que se rompe con los azules, blancos y rojos de las ropas de los protagonistas. Esta tonalidad, así como los suaves perfiles que van dibujando las formas crean una atmósfera típica en la pintura de Isack van Ostade.


Maribel Alonso Perez
   09 marzo 2013

Mujer de un pescador oteando el horizonte sobre una duna 1900 - Jozef Israëls

               


Jozef Israëls
Título: Mujer de un pescador oteando el horizonte sobre una duna
Fecha: 1900
Técnica: Óleo sobre tabla.
Medidas:39,5 x 50,5 cm
Úbicacion: Colección Carmen Thyssen-Bornemisza 
Museo Thyssen-Bornemisza


Antes de que Jozef Israëls llegara a ser uno de los más sobresalientes artistas de proyección internacional de los Países Bajos, ya tenía a sus espaldas una larga carrera. Después de haber trabajado en el taller del retratista y pintor histórico Jan Adam Kruseman (1804-1862), y más tarde en la Real Academia de Amsterdam, Israëls se marchó a París para proseguir su formación en el taller de F. E. Picor (1786-1868) y en la Escuela de Bellas Artes.
Al iniciar su carrera como artista, Israëls pintaba sobre todo cuadros históricos y obras de temas literarios. Pero no siempre eran bien recibidos, por lo que, siguiendo las huellas de algunos predecesores alemanes e ingleses, pasó a dedicarse a la especialidad que le llevó a adquirir fama internacional: los pescadores

La visita que realizó en 1855 a la playa de Zandvoort, le inspiró para representar las alegrías y los sufrimientos de los pescadores locales. En los años siguientes aparecieron escenas realistas con referencias sentimentales, como Visita a la tumba de la madre, en la que vemos a un pescador con sus dos hijos frente a la tumba de su mujer. Israëls también supo plasmar el motivo de las muchachas y mujeres subidas a las dunas, oteando el mar a la espera de sus seres amados, hermanos, padres o hijos. Este motivo es común en la literatura y remite a la antigua historia mitológica en la que Ariadna, la hija del rey de Creta espera en vano en la playa a que vuelva su amado Teseo.
Desde 1857, Israëls pintó innumerables variaciones sobre el tema, con títulos como A la espera, Vuelta a casa, Oteando el horizonte o Esperando. Varían el número de personajes y sus ocupaciones. Muchas de las mujeres aparecen remendando redes, otras están haciendo punto, zurciendo o blanqueando la ropa. Israëls empleaba técnicas variadas: se conocen versiones al óleo, y otras a la acuarela, al aguafuerte y a lápiz. El estilo de la pintura que se presenta aquí difiere considerablemente de las versiones anteriores, más detalladas y pintadas con un colorido cálido. La soltura de la mano y el sobrio empleo de los tonos nos indican que este lienzo data de alrededor del cambio de siglo

En el transcurso de estos cincuenta años se produjeron numerosos cambios. El pintor trasladó su lugar de trabajo de Zandvoort a Katwijk y Scheveningen, y él mismo se mudó a La Haya, ciudad que había llegado a ser un importante centro artístico. En su taller del Koninginnegracht, el artista hizo construir un rincón que reproducía el interior de una casa de pescadores para poder así trabajar con modelos.


La reacción del público ante las mujeres de pescadores en las dunas también experimentó un cambio importante; mientras que la primera versión de Esperando fue criticada en el Salón de Bruselas y en la Exposición de Maestros Vivos de Amsterdam como una aberración del maestro, las últimas versiones gozaron de una gran aceptación, tanto nacional como internacional. Israëls, que apenas pudo satisfacer la demanda desde que alcanzó fama internacional en la década de los setenta, empezó a pintar, además de su obra de tema libre, obras menores de factura rápida y temas populares, realizadas exclusivamente para su venta. Además de niños jugando en la playa -con barquitas hechas de zuecos- y de costureras en el interior de una casita de pescadores, las mujeres esperando, subidas a las dunas, siguieron formando parte de la temática más utilizada. Jozef Israëls llegó a identificarse tanto con el motivo de la mujer del pescador, que el famoso caricaturista Albert Hahn, al fallecer Israëls, le dedicó una viñeta en la que aparece el propio artista subido a una duna, mientras escudriña la inmensa superficie del mar.


Maribel Alonso Perez
   09 marzo 2013

Corrado Giaquinto Molfetta, 1703- 1766 Nápoles




Titulo: El nacimiento de María
Año:  1740- 1750
Técnica: Óleo sobre lienzo
Medidas : 53 × 98 cm
Ubicación: Christ Church Picture Gallery
Ciudad: Oxford



Giaquinto, que a los dieciséis años, en 1719, se encontraba ya en Nápoles, fue aprendiz de Nicola Maria Rossi, y posteriormente de Solimena. Sin embargo, su verdadero maestro fue sin duda Luca Giordano, gracias a cuyo ejemplo el joven Giaquinto pudo combinar el espectacular universo vibrante y tridimensional de Solimena con formas más delicadas y coloristas, y fondos más limpios y claros. El artista apuliano vivió en Nápoles hasta 1727, y luego se trasladó a Roma, donde trabó amistad con Sebastiano Conca. Los frescos que pintó en San Nicola dei Lorenesi (1731) ponen de manifiesto su admiración por los grandes pintores decorativos romanos del siglo XVII, así como la influencia que, de entre los artistas que fueron casi contemporáneos suyos, ejerció el pintor dálmata Francesco Trevisani. En 1733 Giaquinto se encuentra en Turín, a instancias de Juvarra. Allí pinta dos frescos para la Villa della Regina (Apolo y Dafne y La muerte de Adonis). Además, asimila la influencia de pintores de frescos de la categoría de Beaumont y Crosato, así como la de De Mura y Van Loo.

El retablo que ejecuta para la Colegiata de Rocca di Papa, con el tema de La Asunción de la Virgen, por encargo del cardenal Ottoboni, data de 1739; los frescos que pinta en San Giovanni Calibita de Roma son de 1740-1741. Giaquinto deja mayor huella de su presencia durante su segunda estancia en Turín, que tiene lugar entre 1740 y 1742. Entre las obras realizadas en esa época cabe citar los dos lienzos de santa Teresa (Descanso durante la huida a Egipto y El tránsito de san José) y el fresco dedicado a La gloria de san José. De nuevo en Roma, Giaquinto sigue dando muestras de su buen hacer en los cuadros que pinta para la capilla Ruffo en San Lorenzo de Damaso, en los lienzos para los techos de la Santa Croce in Gerusalemme (La invención de la Vera Cruz, La Virgen presenta a santa Elena y Constantino ante la Santísima Trinidad; los frescos consagrados a temas de Moisés los pintó en fecha posterior), y los frescos del Palazzo Ercolani-Borghesi. Su obra maestra de ese período es el retablo para el altar mayor de la iglesia de la Santissima Trinità degli Spagnoli, en Via Condotti (La Trinidad con esclavos libertos, 1742-1743), palpitante de vigoroso naturalismo, siguiendo tal vez la estela de Mattia Preti, admirado en San Giovanni Calibita. Un impulso similar de monumentalidad caracteriza su Bautismo de Santa Maria dell'Orto (hacia 1750)

A partir de entonces Giaquinto se consagra como pintor de fama internacional. Sus obras llegan a cualquier punto de la península italiana, desde Pisa (La Natividad de la Virgen del Duomo), hasta Cesena (otra refinadísima Natividad de María en la iglesia del Suffragio; frescos en la cúpula de la Madonna del Popolo del Duomo), y desde Nápoles hasta Apulia. En la década que va desde 1753 hasta 1762, Giaquinto se traslada a Madrid, donde lo colman de honores, tanto desde el punto de vista académico (es nombrado director de la Academia de San Fernando) como desde el profesional (supervisa la Real Fábrica de Tapices de Madrid). De nuevo Giaquinto hace gala de su impresionante y frenética actividad. Por ejemplo, en 1755 realiza los frescos de la capilla real del Palacio Real, pinta siete lienzos para el palacio de Aranjuez, ejecuta otros cuadros para el convento de las Salesas (pinta los frescos de la bóveda y la cúpula de esta iglesia después de 1758) y, por último, ejecuta los famosos frescos del Palacio Real en los que se representa El nacimiento del sol en el Salón de Columnas, y España venerando a la Religión y a la Iglesia en la escalinata. Giaquinto ejerció gran influencia sobre los pintores españoles, en particular sobre el joven Goya. De nuevo en Nápoles a partir de 1762, la obra de Giaquinto es muy apreciada por los artistas napolitanos -especialmente por los más académicos- que tratan de emular el moderado clasicismo y la elegancia formal alcanzados por Giaquinto, sin duda a base de una estudiosa aplicación.


Maribel Alonso Perez
09 marzo 2013