Pintura de Howard Behrens

Pintura de Howard Behrens

domingo, 10 de julio de 2011

ESCULTURA Y PINTURA EN ESPAÑA ( PARTE 3 Y ULTIMA )



Felipe V de Louis Michel van Loo (Museo del Prado, Madrid). En este retrato, el rey aparece en una pose muy parecida al que realizara Jean Ranc con anterioridad. Pintado con maestría y meticulosidad, el artista encuadra al personaje sobre un paisaje de fondo.

No colaboró, en cambio, en aquellos trabajos Luis Menéndez (1716-1780), nacido y criado en Nápoles, hijo de Francisco Antonio Menéndez, pintor que había sido miniaturista de Felipe V. Había completado en Madrid sus estudios con Louis Michel van Loo, y decidió dedicarse casi exclusivamente a la naturaleza muerta, aunque se conservan de él intensos dibujos de estudio de figura y un bello autorretrato, que hoy se halla en el Museo del Louvre y que quizás podrían haber evolucionado en un interesante retratista. Sus bodegones son digna continuación de aquel género tan vinculado a la tradición pictórica española, por su composición sobria y simplificada, y el vigor de sus superficies coloridas, que les prestan poético realismo. Se llamó a Menéndez el "Chardin español", sin otra razón que no sea la de reconocer su sinceridad, que es en Menéndez, como en el maestro francés, un rasgo elocuentemente evidente. Con Antonio González y Velázquez, que enseñó en la Academia de San Fernando, había aprendido un pintor madrileño, Luis Paret y Alcázar (1747-1799), de talla europea. Aparece como un artista que puede parangonarse sin ningún tipo de complejos con los maestros extranjeros de mayor renombre de su época. Con independencia de las lecciones que recibiera en la Academia, y que es indiscutible que debieron de forjar su talento pero sobre todo su concepción del oficio, vino a estimular su valía el contacto con un pintor del séquito del embajador francés, que se llamó François de la Traverse.

Después completó su formación en Italia, y este capítulo de su vida puede explicar su modo de pintar los ambientes "a la Pannini", y ciertos dejos que recuerdan más cosas de la pintura veneciana, que, como ya se ha señalado, gozaba de gran reputación en la época, que de la parisiense, aunque no denoten influencia de Tiépolo, quien -dicho sea de paso-, a pesar de residir en Madrid durante los últimos años de su vida, sólo influyó pasajeramente en Goya. Los encargos que Paret recibió de Carlos III se redujeron a cuadros anecdóticos sobre la vida palaciega. Ceán dice de él: "Muy pocos o ningún pintor nacional tuvo España en estos días de tan fino gusto, instrucción y conocimiento como Paret, y yo, que le he tratado de cerca, lloraré siempre su muerte y el poco partido que se ha sacado de su habilidad". Una de sus obras es el lienzo que representa una fiesta hípica: Las Parejas Reales; en él los infantes y nobles se ejercitan en un brillante carrousel Otro de sus cuadros representa al rey Carlos comiendo. Otro (de nombre El bazar) trata de un tema parecido al de Watteau en su enseigne parala tienda de Gersaint; sólo que aquí se trata de una tienda de artículos lujosos para mujer, en vez de un comercio de pinturas como en el cuadro del francés. El rey le encargó algunas vistas de puertos y marinas y de él se conocen también sobrios floreros. Como se dijo ya, intervino en la ilustración del Quijote de la Real Academia Española, diseñó muebles y realizó buen número de grabados, por lo que se reveló como un artista polifacético. Asimismo, ingresó en la Academia de San Fernando en 1780.
Igualmente, la Academia de San Carlos en Valencia fue, durante esta época, notable foco de formación artística, cuyo principal promotor fue José Vergara (1726-1799), hermano del escultor de mismo apellido. Además de los valencianos mencionados en este capítulo de este centro de educación pictórica salieron buenos cultivadores de la composición floral, como es el caso de Benito Espinos (1748-1818), uno de los mejores representantes de este estilo y que, por otra parte, llegó a ser profesor de aquella especialidad en dicha academia.
La actividad de la Escuela de Nobles Artes fundada por la Junta de Comercio de Barcelona en 1774, no daría sus frutos hasta los últimos años del siglo, en que siendo maestro en ella el provenzal José Flaugier, tendría a discípulos, como Francisco Lacoma y Sans (1784-1812), a su casi homónimo Francisco Lacoma y Fontanet (1789-1849), al costumbrista Salvador Mayol (1775-1854) y por último a Pablo Rigalt (1778-1845), que tuvo mucha trascendencia en el gran impulso de la escuela pictórica catalana en el período siguiente.
Así pues, visto lo expuesto hasta este momento, en el desarrollo del arte pictórico español, aunque moderadamente, se insinuaba, entre tanteos, una continua y tímida mejora, mediante la aplicación del criterio académico, que tan poco casaba -es verdad-con el genio de la antigua tradición de la pintura en el país.
Pero el milagro renovador debía manifestarse en forma de sacudida, como un trallazo, y este milagro no fue otro que la aparición de uno de los grandes nombres del Arte de toda la historia de España: Goya.
Goya no formó escuela, a pesar de que gozó de éxito en vida y su obra causó no poca admiración entre sus contemporáneos. Su pintura llegó con tanta fuerza arrolladura, de una forma tan personal, que era demasiado poderosa, aunque parezca una paradoja, para ganar adeptos de una forma inmediata. La pintura española goyesca es un fenómeno que se produce mucho después, ya en pleno siglo XIX. Pero sí tuvo, en vida, algunos seguidores que aplicaron a su pintura los modos del genial artista.
Uno de ellos, y de los más reseñables, es Agustín Esteve (1753-1820?), pintor valenciano dedicado, en Madrid, al retrato señorial. Se trata de otro de los pintores de la extensa nómina que acredita Valencia y que fue un retratista de gran gusto y meritoria técnica, que se enamoró de las finezas de ciertos retratos hechos por Goya. Otro pintor, Antonio Carnicero (1748-1814), también distinguido grabador, trató de emular las tonalidades brillantes de su paleta, aunque, huelga decirlo, nunca llegó a igualar a su maestro. Finalmente, otro seguidor de Goya del que cabe hacer mención fue el también valenciano Asensio Julia (conocido en su patria con el apodo de Peixcaoret, por ser hijo de un pescador). Suponemos que ayudó a Goya en la decoración mural de San Antonio de la Florida, y de él se conservan notas plenamente goyescas.


Maribel Alonso Perez
10 julio 2011

2 comentarios:

  1. Pues me alegro que hayas inagurado este blog con esta estupenda nota que demuestra tus amplios conocimientos que posees de la historia del arte
    Demeza

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  2. Gracias Mercedes tu tambien eres una conocedora de este mundo llamado arte de la pintura espero seguir viéndote por aqui con tus espléndidos comentarios tu me has enseñado todo lo que se...besos.

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