Pintura de Howard Behrens

Pintura de Howard Behrens

domingo, 21 de agosto de 2011

Quappi con suéter rosa 1932-1934, Max Beckmann



                                             Óleo sobre lienzo. 105 x 73 cm


La pintura de Beckmann en esa época no disimula una cierta influencia francesa, fruto de sus constantes visitas a París. La decoración plana y esquemática del fondo y su manera de integrarse con la imagen de Quappi nos remiten a modelos de Matisse. Por otra parte, el retrato está pintado con una técnica rápida, como si quisiera captar un momento de inspiración. Beckmann está más interesado en plasmar las líneas básicas de la composición que en representar minuciosamente los detalles.

Hace un esbozo con sus característicos contornos gruesos de color negro, y posteriormente va aplicando las distintas capas de color. En las composiciones de Beckmann, el negro tiene un gran protagonismo. No sólo delimita los contornos, sino que también aparece en grandes áreas, como en la franja vertical de la izquierda del cuadro que agudiza la verticalidad de la figura, al tiempo que su intenso negro dirige nuestra mirada hacia unas profundidades ambiguas y desconocidas.

Quappi con suéter rosa es uno de los múltiples retratos de su mujer, Mathilde von Kaulbach (1904-1986), llamada familiarmente Quappi. Hija del pintor alemán Friedrich August von Kaulbach, se convirtió en 1925 en la segunda mujer de Max Beckmann y su fiel compañera hasta su muerte. El pintor la retrató en numerosas ocasiones, mostrándola como representante de ese nuevo tipo de mujer decidida, moderna y segura de sí misma, que aparece con frecuencia en otras obras.

A través del testimonio de Stephan Lackner, el primer propietario del retrato y un buen amigo de Beckmann, sabemos que en la primera versión, Quappi tenía una sonrisa más amplia. No en vano, en el intervalo que había transcurrido entre las dos sesiones, la vida de los Beckmann había sufrido una fuerte transformación. Los nazis habían obligado al pintor a abandonar su cargo de profesor de la academia de Frankfurt y la pareja vivía clandestinamente en Berlín, intentando pasar desapercibida.

Quappi está representada de frente, sentada en una butaca azul con las piernas cruzadas. La joven posa elegantemente, en una actitud muy sensual, con un cigarrillo entre los dedos y ese aire indefinido de superioridad, tan moderno, que en ocasiones llevó a titular equivocadamente el cuadro como La americana. La propia Quappi ha relatado que la mayoría de sus retratos habían sido concebidos para resaltar alguna de sus prendas de vestir:

Quappi de azul sobre la barca (1926-1950) Quappi, con una pelliza blanca (1937), Quappi de azul y gris (1944)Quappi, con camiseta verde (1946). Esa fijación por las vestimentas de su mujer estaba motivada, según sus palabras, por el intento de «captar la magia de la realidad y transformarla en pintura». En esta ocasión está vestida con un llamativo jersey rosa de pico, a juego con un bonete del mismo color, que ella misma acababa de comprarse en Frankfurt.


Maribel Alosno Perez
21 agosto 2011

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